"La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio" (Cicerón) - Fundado por Francisco Poveda, periodista profesional y profesor de Comunicación. balearesconfidencial@gmail.com
De esa panda de charlatanes, fanáticos, catetos y a
veces ladrones —con corbata o sin ella—, dueña de una España
estupefacta, acomplejada o cómplice. De una feria de mangantes que las
nuevas formaciones políticas no regeneran, sino alientan.
El
disparate catalán tiene como autor principal a esa clase dirigente
catalana de toda la vida, alta burguesía cuya arrogante ansia de lucro e
impunidad abrieron, de tanto forzarla, la caja de los truenos. Pero no
están solos.
Por la tapa se coló el interés de los empresarios cobardes y cómplices, así como esa demagogia oportunista, encarnada por los Rufiancitos de turno, aliada para la ocasión con el fanatismo más analfabeto, intransigente, agresivo e incontrolable con esa pinza siniestra de chantaje social y emocional facilitado por la dejación que el Estado español ha hecho de sus obligaciones —cualquier acto de legítima autoridad democrática y defensa de los valores nacionales se considera por intoxicación un acto fascista—, crece y se educa desde hace años a una sociedad joven de Cataluña, con sesgos de intolerancia visceral con efectos dramáticos e irreversibles, a corto y medio plazo.
En esa fábrica de desprecio, cuando no de odio fanático, a todo cuanto
se relaciona con la palabra España.
Pero ojo. Si esas
responsabilidades corresponden a la sociedad catalana, el resto de
España es tan culpable como ella. Lo fueron quienes, aun conscientes de
dónde estaban los más peligrosos cánceres históricos españoles,
trocearon en diecisiete porciones competencias fundamentales como la
educación y las fuerzas de seguridad del estado.
Lo es esa
izquierda insensata que ha pervertido al pueblo para que la bandera y la
palabra España parezcan propiedad exclusiva de la derecha, y lo es la
derecha que no vaciló en atribuirse como exclusivos tales símbolos en
sus turbios negocios.
Lo son los presidentes desde González a Rajoy, sin excepción, que durante tres décadas permitieron que el nacionalismo despreciara, primero, e insultara, luego, los símbolos del Estado, convirtiendo en apestados a quienes con toda legitimidad los defendían por creer en ellos.
Son culpables los ministros de Educación y los políticos que permitieron la tóxica falsedad en los libros de texto formando generaciones en el desprecio para un futuro de enfrentamiento.
Es responsable la Real Academia Española, que para no meterse en
problemas negó ayuda a los profesores, empresarios y padres de familia
que acudían a ella denunciando chantajes lingüísticos.
Es
responsable un país que permite que grupos de miserables silben a su
himno nacional y a su rey, escupan y quemen nuestra bandera que
simboliza la unidad entre todos.
Son responsables los
periodistas y tertulianos que ahora despiertan indignados tras mirar
para otro lado durante décadas, mientras a sus compañeros los llamaban
exagerados y alarmistas.
Porque no les quepa duda: culpables
somos ustedes y yo, que ahora exigimos sentido común a una sociedad
civil catalana a la que dejamos indefensa en manos de manipuladores,
sinvergüenzas y delincuentes. Una sociedad que, en buena parte, no ha
tenido otra que agachar la cabeza y permitir que sus hijos se camuflen
con el paisaje para sobrevivir.
Unos españoles desvalidos a quienes
ahora exigimos, desde lejos, la heroicidad de que se mantengan firmes,
cuando hemos permitido que los aplasten, humillen y silencien.
Por
eso, pase lo que pase, el daño es casi irreparable y el mal de la
codicia sin escrúpulos, ni principios es cancerígeno, pues todos somos
culpables. Por estúpidos, por indiferentes, por cobardes.
Ahora
borra este mensaje y condenadlo en la indigna indiferencia esperando que
otros hagan el esfuerzo por ti o pásalo a tus amigos y manifestaros en
contra del desmoronamiento moral de esta España histórica por la que
millones dieron su vida, por defender su integridad y dignidad
milenaria, de una cultura que desde fuera ha sido referencia ejemplar
mundial.
En tus manos queda.
(*) Periodista, escritor y miembro de la Real Academia de la Lengua Española
(Discurso de Jesús Laínz en el Parlamento Europeo situado en Bruselas)
“Lo
que a mí me corresponde es explicarles brevemente la falsedad de la
legitimación histórica para la secesión de Cataluña. Dado el poco tiempo
disponible, les plantearé brevemente ocho cuestiones para responder a
la incesante falsificación histórica de los separatistas.
1- La
primera, casi superflua, es la de que, evidentemente, Cataluña no tiene
ningún derecho de autodeterminación, derecho muy claramente definido por
la ONU y cuyos titulares son los antiguos territorios coloniales o los
sometidos a dominio extranjero, lo que, obviamente, no es el caso de
Cataluña.
2- La segunda consiste en la obsesión de los
separatistas por extraer de la existencia en el pasado de un reino, un
ducado, un condado, una república o cualquier forma de Estado, el
derecho de secesión en el siglo XXI. ¿Se imaginan ustedes que de la
existencia en el siglo VIII de los reinos de Essex, Wessex o Mercia
alguien dedujese el derecho de sus habitantes a separarse de Inglaterra
en el siglo XXI?
En Italia existieron las repúblicas de Venecia y
Génova, el reino de Cerdeña, el de Nápoles y el de las Dos Sicilias.
¿Tendrán por ello estas regiones italianas derecho a separarse de Italia
en el siglo XXI? En Alemania existieron los reinos de Baviera, Prusia,
Sajonia, Hannover o Würtemberg y otros treinta y nueve Estados de la
Confederación Germánica. ¿Se imaginan las risas en Alemania si a alguien
se le ocurriese sostener que los habitantes de los territorios donde
existieron aquellos reinos tienen derecho a independizarse en el siglo
XXI?
Y no olviden el pequeño detalle de que todos estos reinos que acabo
de mencionar al menos tuvieron la virtud de existir, mientras que lo
que nunca existió fue un reino independiente de Cataluña. Por lo tanto,
si los habitantes de ninguno de estos territorios tienen el derecho a
separarse de sus naciones, ¿por qué los de Cataluña sí habrían de
tenerlo?
3- Los separatistas sostienen que Cataluña es algo ajeno
a España, que su vinculación con ella ha sido muy débil. Pero Cataluña
siempre fue parte de España, nada menos desde que Roma comenzó a dar
forma administrativa a los pueblos de la Península Ibérica, con la
catalana Tarragona como primera capital de la Hispania romana. Y,
posteriormente, la catalana Barcelona sería la primera capital de la
Hispania visigoda.
A partir de entonces, los catalanes han participado en todas las empresas históricas de España: la Reconquista de ocho siglos contra los invasores musulmanes, el descubrimiento y conquista de América, etc. Porque con Colón y con Hernán Cortés estuvieron muchos catalanes, y buena parte de los primeros evangelizadores de América fueron monjes catalanes.
Y ya que estamos en Bruselas, no podemos dejar
de recordar a los Tercios de Flandes, en los que muchos soldados
catalanes lucharon a las órdenes del duque de Alba, aunque,
evidentemente, los separatistas catalanes no lo mencionen nunca.
4-
En cuarto lugar, los separatistas catalanes sostienen que España es una
nación desarticulada, imperfecta, poco sólida, poco hecha. Pero si
echamos un vistazo a Europa, veremos que naciones tan indudables y
sólidas como Italia o Alemania se unificaron hace sólo ciento cincuenta
años. En cuanto a Francia, otra nación evidentísima, Saboya y Niza se
incorporaron a ella muy recientemente, en 1860. Y Alsacia y Lorena hace
bastante menos: exactamente ciento un años, en 1918, al terminar la
Primera Guerra Mundial.
En cuanto a Polonia, dependiendo del siglo del
que hablemos, la veremos cambiar de tamaño y de ubicación en el mapa. E
incluso desapareció durante largo tiempo. España, por el contrario,
lleva seis siglos siendo lo que es. Pues bien, si ninguna de estas
regiones de estos países, a pesar de su reciente incorporación, tienen
el derecho a la secesión, ¿por qué Cataluña, que lleva en España dos mil
años, sí?
5- La quinta cuestión se refiere a Escocia, cuyo
referéndum legal de 2014 es muy utilizado como ejemplo por los
separatistas catalanes. Pero el ejemplo es inapropiado, puesto que la
legislación constitucional británica no es la española, por lo que no se
comprende por qué habría de extenderse a España o a ningún otro país
del mundo. Porque la legislación británica es, obviamente, fruto de la
historia de Gran Bretaña. Pues en 1707 dos parlamentos, el escocés y el
inglés, de dos reinos, Escocia e Inglaterra, acordaron fundirse para
conformar el Reino de Gran Bretaña mediante el Acta de Unión.
Pero, en
el caso español, jamás hubo ningún parlamento catalán de ningún reino de
Cataluña que pactase de igual a igual con un parlamento español de un
reino de España para conformar el Reino Unido de España mediante ninguna
Acta de Unión. Por lo tanto, la explicación histórica y las
consecuencias jurídicas son completamente distintas.
6- Otro
elemento esencial en la falsaria propaganda separatista es que Cataluña
fue invadida por España en 1714, elemento muy utilizado tanto en el
exterior como en el interior. En el exterior, para ganarse simpatías
entre aquellos desinformados que se creen lo de un país pequeño invadido
por una potencia más grande. Y en el interior, para lavar el cerebro de
los catalanes, especialmente de los niños.
Un ejemplo: el dirigente separatista Artur Mas declaró a Le Monde en febrero de 2012 que “Cataluña pertenece al Estado español desde hace trescientos años por la fuerza, tras haber perdido batallas y guerras”. Pero esto es sencillamente mentira. Lo que hubo en España en 1714 no fue una guerra entre españoles y catalanes, sino entre los partidarios del candidato Habsburgo y los del Borbón. Y de unos y de otros los hubo en todas las regiones españolas, Cataluña incluida.
Pero como Barcelona fue la última resistencia del finalmente derrotado candidato Habsburgo, con la debida tergiversación se presenta como una guerra entre españoles y catalanes.
Y, dicho sea de paso, el motivo principal del apoyo probablemente
mayoritario en Cataluña al candidato Habsburgo fue la tradicional
francofobia de los catalanes, detalle que Artur Mas, por su puesto, no
explicó a Le Monde.
7- Otra de las mentiras, de gran eficacia
propagandística, con la que se suele intoxicar la opinión pública
europea consiste en sostener que Cataluña merece la secesión por haber
sufrido especialmente durante el régimen de Franco. No es éste,
evidentemente, momento ni lugar para explicarlo. Sólo les daré tres
breves datos: hubo más voluntarios catalanes luchando en el bando
franquista que en el republicano; el régimen franquista estuvo plagado
de ministros, parlamentarios, embajadores y otros altos cargos
catalanes; y Cataluña fue la región más beneficiada por la política
económica del franquismo.
Podríamos extendernos hasta el infinito, pero
les daré un solo dato: en 1975, cuando murió Franco, Cataluña, que
representa el 6% del territorio español, contaba con el 45% de los
kilómetros de autopista.
8- Por último, otro argumento de gran
eficacia sentimental: la lengua catalana como justificación de la
secesión, argumento absurdo donde los haya pero muy utilizado en la
propaganda. Pues, ¿desde cuándo una lengua es igual a una nación? Se
calcula que en el mundo se hablan unas 6.000 lenguas, y en la ONU hay
representadas 193 naciones. ¿Qué sucede entonces? ¿Qué falla aquí? ¿En
el mundo sobran 5.800 lenguas? ¿O en la ONU faltan 5.800 naciones? Pero
vengámonos más cerca, a Europa. Pues el único país europeo donde se
habla una sola lengua es Islandia. Todos los demás son multilingües.
Aquí, en Bélgica, por ejemplo, se hablan tres: francés, flamenco y
alemán. Y en Francia o Italia, países aparentemente monolingües, se
hablan más lenguas que en España. ¿Estará dispuesta Francia, la
République Une et Indivisible, a conceder la independencia a Alsacia
porque allí se habla alemán, a Bretaña porque allí se habla bretón, a
Provenza porque allí se habla provenzal, a Córcega porque allí se habla
corso, a los Pirineos Atlánticos porque allí se habla vasco y al
Rosellón porque allí se habla catalán?
Concluyamos: Cataluña no
tiene ningún derecho histórico, ni jurídico, ni étnico, ni lingüístico,
ni cultural, ni de ningún tipo, a la secesión. O como dicen los
separatistas, ningún derecho a decidir, que es el eufemismo para no
mencionar la inaplicable autodeterminación.
¿Por qué especial
privilegio, por qué especial superioridad los catalanes tendrían derecho
a decidir unilateralmente la destrucción de España mientras que los
demás españoles tendrían que mantener la boca cerrada? Porque no
olvidemos que la tan repetida construcción nacional catalana no es otra
cosa que la destrucción nacional de España.
¿Ustedes, señores
franceses, italianos, británicos, polacos, alemanes, aceptarían que los
habitantes de una región decidiesen la destrucción de sus naciones sin
que los demás habitantes de las demás regiones pudieran participar en la
decisión?
Efectivamente, el derecho a decidir existe: es el
derecho que, para decidir sobre la existencia o desaparición de España,
tienen todos los ciudadanos españoles“.
(*) Jurista y escritor