Los analistas
políticos coincidían en escribir la semana pasada que la palabra que
mejor definía la situación social y política actual española es la de
incertidumbre. Según lo que ha trascendido desde las formaciones
políticas que pueden sumar votos para conformar un nuevo gobierno nada
apunta a que se pueda despejar el panorama para poder contar con ese
Ejecutivo, pese a que el expresidente del Gobierno, Felipe González, ha
transmitido a algunos empresarios que hay una hoja de ruta para
conseguirlo.
La
situación si cabe es todavía más confusa. El responsable de
Política Sectorial del Partido Popular, Javier Maroto, no descartaba
este domingo que Mariano Rajoy vuelva a rechazar la propuesta del Rey
de que se presente a un debate de investidura.
Maroto lo ha
dejado así de claro: "si no hay modificaciones en los apoyos
recibidos, no hay razones para que cambien las posiciones".
Además, se ha anticipado a las nuevas críticas de la oposición,
sobre todo del PSOE, añadiendo que los populares son "muy
respetuosos con las decisiones y propuestas que haga el Rey".
Dan
a entender que Rajoy tiene decidido ya que no va a presentarse. No
quieren que Rajoy lo haga para ser ‘machacado’ por la casi
generalidad de los portavoces de los actuales grupos
parlamentarios, que han hecho público su malestar por la
política autoritaria llevada a cabo en el Congreso durante la
pasada legislatura.
El PP da por hecho que Rajoy no puede
conseguir en el momento actual la investidura y no van a
permitir que todavía se deteriore más su imagen ante unas cada día
más previsibles nuevas elecciones generales.
Argumentan que
evitaron los debates a cuatro en televisión durante la campaña
electoral para que no se convirtiera en el ‘pim, pam pum’ de los
demás partidos y no van a permitir que ahora utilicen la tribuna del
Congreso para agravar la que hubiera sido una situación de clara
desigualdad.
Pedro Sánchez no lo tiene mucho más fácil pese a
que su equipo más cercano le van ya casi en Moncloa. Piden que, si
Rajoy vuelve a decir que no debe apartarse de su partido y de la
política, como ha comentado su portavoz en el Congreso, Antonio
Hernando. A partir de ahí las cosas podrían negociarse.
Tampoco
el PSOE lo tiene fácil con los nacionalistas que han vuelto a
advertir durante el fin de semana de que si cuenta con el apoyo de
Podemos ellos no lo harán. Ciudadanos es el más claro piden empezar a
negociar con los socialistas pero si estos cuentan con Podemos C´s
le votará en contra.
A todo ello, hay que añadir las
advertencias del grupo de los históricos del PSOE, reunidos la
pasada semana a instancias del exministro de Felipe González, José
Luis Corcuera, y del expresidente de la Comunidad de Madrid, Joaquín
Leguina.
Consideran que ante la compleja situación hay que
hacer un ejercicio de “democracia consociativa”. La gravedad de la
situación viene determinada, según su criterio, por el paro
existente, las bolsas de pobreza y la que consideran una “clara
amenaza de despiece territorial por parte de los separatistas
que Podemos anima, prometiendo la autodeterminación a todos los
pueblos (¿oprimidos?) de España”. El interrogante es de los
firmantes del documento.
Queda claro que con un acuerdo con
Podemos introduciría tensiones internas en el Partido Socialista,
al menos con algunos que lo fueron casi todo durante los años 80 y
parte de los 90, y que todavía tienen una cierta influencia entre los
militantes de más de 45 años del PSOE.
Son complejidades que
al menos en parte deberán quedar despejadas una vez que el Rey
conozca la decisión del líder del Partido Popular de si acepta la
designación real o renuncia a ella para presentarse al debate de
investidura.
El reloj empieza a contar. Habrá que conocer la reacción de los mercados e inversores.
(*) Periodista
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