ARGEL.- La abrupta caída de
los precios del crudo y sobre todo la perspectiva de que no se van
recuperar a corto y medio plazo los niveles anteriores ha dibujado un
halo de pesimismo en el rostro de los argelinos, cada día más
preocupados por el futuro del un país.
Tras décadas acostumbrados a las generosas y casi omnipresentes
subvenciones estatales, las políticas de austeridad adoptadas por el
actual gobierno y la subida de los precios de productos básicos, como
los carburantes, hacen cada día más difícil a las familias llegar a fin
de mes.
Y también al actual régimen mantener una economía paternalista
plenamente dependiente del petróleo, que supone más del 97 por ciento de
los exportaciones de un país que apenas produce nada y que se ha
acostumbrado a consumir productos extranjeros, ahora cada vez más caros.
Expertos apuntan a que esta es solo la punta del iceberg de un
problema que probablemente será mayor en un par de años, cuando de
verdad se vean los efectos en la recaudación estatal de la bajada del
petróleo y se dispare el déficit.
Citados por medios locales, esos analistas subrayan que 2016 ya va
ser especialmente duro para los argelinos, afectados por el nuevo
presupuesto general del Estado, elaborado sobre la base de un precio de
referencia del barril de petróleo de 37 dólares.
Los citados presupuestos, aprobados el pasado 30 de diciembre, prevén
el aumento de los precios en diferentes carburantes entorno a un 40 por
ciento.
Para los argelinos, los taxis y otros transportes son ahora mucho más
caros, pese a que el Gobierno había asegurado que los precios se
mantendrían.
Sentado dentro de su coche, Said espera a los clientes y explica que
antes solía llenar el tanque por 1.300 dinares (11,18 euros), un precio
que ahora se eleva a 1.700 (14,62 euros).
También otros servicios básicos como el agua y la electricidad se han
encarecido en torno a un 7 por ciento en el primer caso y entorno al 17
por ciento cuando el consumo se eleva por encima de los 125
Kilowatios/Hora (KWH).
"Creo que la gente va a protestar cuando pase un trimestre, en ese
momento va descubrir la diferencia del precio respecto a facturas
anteriores", auguró un economista que prefirió no ser
identificado.
Argelia ya sufrió un conato de protestas sociales en 2011, al rebufo
de las revueltas similares que estallaron en países vecinos como Túnez o
Egipto.
Pero entonces el gobierno pudo "comprar la paz social" con una mezcla
de cierta represión policial y un programa de desarrollo económico, con
aumento de los salarios y otras medidas parecidas que pudo poner en
marcha gracias a la robustez del mercado petrolero.
Una táctica que los expertos creen que ahora tiene más difícil
repetir en caso de que el malestar y las protestas vuelvan a las calles.
El propio gobernador del Banco de Argelia, Mohamed Laksaci, ha
advertido del fuerte deterioro de las finanzas públicas, sobre todo de
la reserva de divisas, que han descendido en 32 millones de dólares
entre septiembre de 2014 y julio de 2015, pasando de 185.000 millones de
dólares a 152.000.
Además, la balanza comercial aumentó su déficit desde el principio
del año pasado porque el país importa prácticamente todo lo que consume.
Expertos en economía local calculan que el país puede sostenerse en
sus actuales reservas tres o cuatro años, un tiempo durante el cual
Argelia debe aprovechar para diversificar las inversiones y reformar el
mercado de trabajo, en el que el gobierno es aún el principal empleador.
En este ambiente, el Ejecutivo ya ha empezado a tomar algunas medidas
de cara a un futuro que se pronostica agitado, como el lanzamiento de
una nueva campaña de reclutamiento en el seno de la Policía Nacional.
Una decisión adoptada poco después de que estallaran las primeras
protestas en ciudades orientales como Tigzirt, Setif y Batna, donde
cientos de ciudadanos salieron días atrás para exigir la mejora de sus
condiciones de vida y poder adquisitivo.
La última de estas ciudades ya fue escenario de los primeros
disturbios y choques entre manifestantes y fuerzas de seguridad en los
que murió una anciana a causa de inhalación de gases lacrimógenos
mientras que otras 71 personas resultaron heridas.
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