BRUSELAS.- La esperada y temida
comparecencia de Luis de Guindos
ante la comisión de Economía del Parlamento Europeo como candidato a la
vicepresidencia del Banco Central Europeo se ha convertido este lunes
en un examen de terciopelo. Los principales grupos parlamentarios
(populares, socialistas y liberales) han mostrado escaso interés en
polemizar sobre el nombramiento del actual ministro español de Economía
para uno de los puestos más preciados de la zona euro, según revela hoy Cinco Días.
La
audiencia, que arrancó con una hora de retraso por causas ajenas al
ministro, se ha desarrollado sin grandes tensiones a pesar de que
Guindos llegaba precedido por una polémica sobre su idoneidad para el
cargo dada su condición de ministro en ejercicio y el escaso equilibrio
de género en la cúpula del BCE.
Guindos se ha defendido con facilidad de los suaves ataques
de los europarlamentarios contra sus dos presuntos talones de Aquiles.
Lejos de ocultar su condición de ministro se ha declarado "muy orgulloso
de pertenecer al gobierno español de Mariano Rajoy" y
ha reivindicado su gestión "para convertir una situación de crisis y
profunda recesión en una historia de recuperación, crecimiento y
creación de empleo". Y sobre el equilibrio de género ha esgrimido su
propio reparto de responsabilidades. "De ocho altos cargos del
Ministerio de Economía, seis están ocupados por mujeres. Y no solo por
una cuestión de equidad, sino también de eficiencia", ha señalado.
La suavidad de las formas durante la sesión parecía inevitable tras la decisión de los socialistas españoles de cambiar su rechazo a la candidatura de Guindos por una abstención,
que se materializará este martes en el voto en la comisión de Economía
del Parlamento. Sin los ataques procedentes del PSOE, las críticas a
Guindos quedaban reducidas a los grupos más de izquierdas, tan
previsibles como minoritarias.
El eurodiputado socialista, Jonás Fernández,
lamentó que "esta candidatura no haya podido ser una candidatura de
país", en alusión a la ausencia de consultas del Gobierno con la
oposición antes de elegir al aspirante. Pero evitó ahondar en las
críticas y se decantó por preguntas técnicas sobre política monetaria.
El tenor del examen ya quedó de manifiesto durante la
comparecencia ante la misma Comisión del Parlamento del presidente del
BCE, Mario Draghi. El italiano apenas fue cuestionado
sobre el potencial impacto de la llegada a Fráncfort de un
vicepresidente recién salido de un Gobierno. "La independencia del BCE
está consagrada en el Tratado de la UE y está protegida más allá del
perfil de un candidato", zanjó Draghi la cuestión.
Guindo señaló que dejará el Gobierno "la próxima semana como
muy tarde", tal y como ha anunciado Rajoy. Y el todavía ministro
aseguró que "soy un firme defensor de la independencia de los bancos
centrales".
Tras la audiencia de 65 minutos, la Comisión de Economía votará este martes
un informe cuyo borrador dictamina, todavía entre corchetes, "una
opinión [favorable/negativa] a la recomendación del Consejo de nombrar a
Luis de Guindos como vicepresidente del BCE". El dictamen no es
vinculante, pero un rechazo podría socavar la capacidad de influencia de
Guindos en el nuevo organismo. Sin embargo, dado el talante de las
intervenciones de este lunes, todo indica que Guindos puede recibir el
aval de la Comisión.
La misma Comisión parlamentaria celebró el pasado 14 de febrero una audiencia extraoficial y a puerta cerrada con Guindos y Philip Lane,
el otro aspirante al cargo. Aquella sesión fue mucho más dura y se
saldó con una declaración que consideraba al irlandés como mejor
candidato que el español. Pero se trataba de un trámite ajeno al
procedimiento que en el borrador de declaración que se vota este martes
ni siquiera se menciona.
El siguiente paso será un dictamen del BCE, que se hará
público el próximo 8 de marzo y que se espera favorable. El pleno del
Parlamento Europeo votará el 14 de marzo el veredicto de la Comisión de
Economía. Y la cumbre europea del 22 y 23 de marzo oficializará el nombramiento de Guindos, que asumirá la vicepresidencia del BCE el próximo 1 de junio, con un mandato no renovable de ocho años.
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