PALMA.- La población extranjera empadronada en Baleares ha caído un 23% en los últimos seis años. El número de residentes nacidos en otro país ha
retrocedido hasta cotas de hace una década. Desde 2011, año en que se
registró el mayor número de extranjeros censados, el archipiélago ha ido
perdiendo efectivos progresivamente hasta llegar a casi 56.000 empadronados menos.
Así,
los residentes nacidos en el extranjero han pasado de 242.812 en 2011 a
186.933 en 2017. Las cifras han ido cayendo en los últimos años y hoy
prácticamente se sitúan a la misma altura de los registros de 2007
(190.170).
La caída más espectacular se ha producido entre la población de procedencia sudamericana, con un descenso del 41% desde su año de máximos, 2010. Los sudamericanos han pasado de 58.479 ese año a 34.241 en 2017.
Los
residentes de países de la Unión Europea también han visto su número
significativamente mermado, con una caída del 30% (133.740 empadronados
en 2012 frente a 92.733 el pasado año).
Por contra, la población africana ha
experimentando una bajada mucho más contenida (apenas 2.000 individuos
menos que en 2013). La nacionalidad africana más abundante, la marroquí,
no ha vivido grandes cambios y se sitúa en las mismas cifras de los
últimos ejercicios.
Por su parte, la población asiática no
ha parado de crecer en los últimos 20 años, sobre todo gracias a la
creciente presencia de inmigrantes chinos, nacionalidad que concentra
casi la mitad de efectivos asiáticos en las Islas. Los chinos han
pasado de tener 400 censados en 1998 a los 5.201 de hoy día. El
incremento, por otra parte, ha sido continuo año a año, ya que no ha
habido ningún periodo en que sus cifras se resintieran.
La crisis económica,
que empezó a radicalizar sus efectos justo al inicio de la caída, se
asoma como la causa más evidente del bajón global. No obstante, los
expertos apuntan a otros factores e incluso advierten sobre el hecho de
que las cifras de población real no obedecen necesariamente a los padrones.
Las
cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), por lo tanto, no
acaban de reflejar la realidad con una fidelidad máxima. En ese sentido,
hay que señalar que una causa importante de la bajada radica en el
hecho de que muchos residentes han ido obteniendo la nacionalidad española en los últimos años. Tal es el caso de la población sudamericana, precisamente la procedencia que ha registrado un mayor descenso en el número de empadronados.
La
incidencia de las nacionalizaciones en los ciudadanos de estos países
de origen es mucho mayor que en comunidades asiáticas o africanas, dado
que los plazos para la tramitación -dependientes de los diferentes
convenios firmados entre países- son mucho menores en el caso de Latinoamérica.
Así
lo explica el catedrático de Geografía Humana de la UIB, Pere Antoni
Salvà a El Mundo. Aunque no hay dudas acerca de la intervención de la crisis
económica global, hay que tener en cuenta que en el caso de los
sudamericanos confluyen dos factores para explicar la reducción: el flujo migratorio desde América se ha detenido y mientras tanto gran parte de la población residente ha ido obteniendo la nacionalidad española.
«Si comprobáramos el número de nacionalizados procedentes de ese
continente coincidiría prácticamente con el de censados que se han
perdido», explica Salvà, quien matiza que «es verdad que ha habido un
efecto retorno hacia el continente americano pero no tan pronunciado
como insinúan los datos».
Por otro lado, el acertijo europeo. Las
cifras van hacia abajo año tras año, pero la percepción ciudadana no
coincide con el discurso de la estadística. La alemana es la
nacionalidad más representativa de este fenómeno y la principal
responsable del bajón global a nivel europeo. Los residentes teutones
han caído casi a la mitad desde 2012: han pasado de 36.758 a 19.209,
más de 17.000 efectivos menos desde ese año (un 47% de bajada).
Lo
cierto es que el padrón enmascara una verdad que confirman las
estadísticas sobre estimaciones de la población real. Los alemanes siguen aquí, aunque prescindiendo de un empadronamiento que
les perjudicaría fiscalmente.
«Hay muchos alemanes que con la ley
7/2012 se vieron obligados a declarar todos sus bienes y que optaron por
empadronarse en otros lugares con una fiscalidad menor».
Estos
ciudadanos están obligados a empadronarse si pasan más de seis meses en
el país, recuerda Salvà; si reducen su estancia a menos de la mitad del
año pueden sortear esa traba burocrática y beneficiarse de las ventajas
fiscales.
«No están fiscalmente aquí pero siguen residiendo en la isla
gran parte del año. Y además es posible que hagan negocio alquilando su
residencia cuando no están». En su opinión, Baleares cuenta con «unos
70.000» alemanes «que vienen y van pero que no han vendido sus
propiedades».
Por otro lado, el caso chino, con 5.201 empadronados, ejemplifica otro tipo de situaciones en que la población flotante rebasa
holgadamente la que aparece en los censos. «Siempre hay población
flotante que aparece y desaparece, a veces trabajando en el ámbito de la
alegalidad », explica Salvà.
Por su parte, Fang Ji, presidente de la
Asociación de Chinos de Baleares, señala que en realidad los suyos «son
muchos más». Los datos que maneja la asociación hablan de cerca de 10.000
chinos, contando con varios miles que pueden estar oscilando entre la
península y el archipiélago.
Pese a que las cifras hasta ahora han
venido apuntando a lo contrario, la previsión de Salvà es la de que
habrá un repunte de inmigrantes en los próximos años, siempre y cuando
la recuperación económica acompañe.
«Volverá a haber un potente efecto
llamada, aunque a lo mejor no tan fuerte como en los 70 porque ya no
contamos con un sector de la construcción tan fuerte».
La crisis
demográfica actual, con una importante caída de la natalidad, hará
también necesaria una reposición poblacional a base de efectivos
extranjeros.
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