Nunca los pensionistas han estado mejor que ahora, ni en términos 
absolutos ni por comparación con el resto de la población. En los años 
de la crisis, la renta media de los pensionistas se ha situado por 
encima de la renta media del resto de la población, cosa que nunca había
 ocurrido antes. En estos mismos años, la pobreza de los pensionistas ha
 venido a menos mientras la pobreza del resto de la población iba a más,
 llegando esta a doblar la de los pensionistas.
Las pensiones de jubilación pueden verse como transferencias de los 
que están en situación de trabajar (potencialmente activos) a los que no
 lo están, la mayor parte por su edad. Los que piden una subida general 
de las pensiones están diciendo que los pensionistas tienen derecho a 
más y los potencialmente activos, a menos. ¿Es esto así? Consideremos 
primero la cuestión de derecho (¿cuánto debe transferirse?) y luego la 
cuestión de hecho (¿cuánto se está transfiriendo?).
¿Cuánto deberían recibir los retirados de los potencialmente activos?
 Como punto de partida, parece razonable estipular que los dos grupos 
tienen derecho al mismo nivel de vida, y que, por tanto, las pensiones 
deberían igualar la renta media de unos y otros. No solo es este un 
criterio razonable, sino que se aproxima mucho a lo que ocurre en 
Europa, nuestro modelo habitual.
Eurostat nos pone fácil comprobarlo. La oficina europea de estadística 
ofrece estimaciones de la renta disponible equivalente desde mediados de
 los años noventa para diversos grupos de edad. La renta disponible 
equivalente, o por unidad de consumo, se considera un indicador 
preferible a la renta per capita porque tiene en cuenta el 
tamaño de los hogares; Eurostat cuenta el primer miembro del hogar como 
1, el segundo como 0,7 y el resto como 0,5 (escala OECD). Al tomar 
grupos de edad, asumimos un error ignorando a la gente entre 16 y 64 
años que no puede trabajar, pero aun así es una aproximación razonable.
Y bien, ¿qué encontramos? A mediados de los años noventa, en la 
Europa de los Quince las personas mayores de 64 años tenían una renta 
media igual al 87% de la renta de las personas entre 16 y 64 años; en 
Reino Unido esa cifra era del 73%; en Finlandia, del 82%; en Alemania, 
del 90%. 
Hace unos diez años, justo antes de la crisis, en el conjunto 
de la zona euro la renta media de los mayores también equivalía al 87% 
de la renta de los de 16 a 64 años; en Reino Unido la razón era del 75%;
 en Finlandia, del 74%; en Alemania, del 87%. En 2015 (último año para 
el que hay datos), las cifras han cambiado a 96% en la zona euro, a 86% 
en Reino Unido, al 86% en Finlandia y al 85% en Alemania. 
Es decir, 
durante los últimos veinte años parece haber dominado en Europa el 
criterio de que los maduros cumplen con transferir a los mayores una renta algo menor que la suya.
¿Se aparta más España del criterio de igualdad que Europa? Las mismas
 tablas de Eurostat nos lo dicen. En 1996 la renta de los mayores de 65 
años era el 92% de la renta de maduros, por encima de la media 
europea. Desde entonces, ¿ha habido cambios perjudiciales para los 
pensionistas? 
En los años siguientes hasta 2007, es decir, en el período
 de mayor crecimiento económico, la renta media de los maduros 
aumentó más que la renta media de los mayores, reduciendo la ratio entre
 ambas al 85%, más o menos en la media de la zona euro. Durante los años
 de crisis la renta media de los mayores se ha mantenido constante, 
mientras la renta de los maduros ha descendido, quedando 
incluso un poco por debajo; para 2015, las cifras exactas que da 
Eurostat son 16.086 euros por cada mayor de 64 y 15.842 por cada persona
 entre 16 y 64 años. Es decir, aproximadamente una razón de uno a uno.
Para completar el panorama, podemos tener en cuenta a los menores de 
16 años; durante todo el período que va de 1996 a 2015, la renta 
disponible de los estos jóvenes se ha mantenido en torno al 90% de renta
 de los maduros y en 2015 era un 10% inferior a la renta de los mayores.
Puede objetarse que los pensionistas no protestan por el nivel medio,
 sino por la desigualdad, y en particular por las pensiones más bajas. 
Pues bien, es sabido que la desigualdad entre los pensionistas es menor 
que entre la población potencialmente activa. Ello se debe a que hay 
menos pensionistas ricos, pero también a que hay menos pensionistas 
pobres.
Veamos otra vez los datos de Eurostat, que muestran las siguientes 
tasas de pobreza relativa (por debajo del 60% de la mediana) por edades.
 Entre 16 y 64 años: 18% a mediados de los años noventa, 17% a mediados 
de la década pasada, 23% en los años posteriores a la crisis. Para la 
población mayor de 65 años: 16% a mediados de los años noventa, 29% en 
los años anteriores a la crisis, 12% en los años tras la crisis. El 23% 
es la tasa de pobreza más alta de los últimos veinte años para los 
potencialmente activos y el 12% la más baja para los retirados. 
Exactamente al contrario ocurrió antes de la crisis, cuando las tasas de
 pobreza de los jubilados llegaron al 29%. En cuanto a los menores de 16
 años, su riesgo de pobreza estuvo en torno al 25% desde los años 
noventa a la crisis, pero con esta subió al 29%, tan alta como la de los
 mayores de 64 en sus peores momentos.
A nadie se le ocurrió pedir más para los pensionistas en los momentos
 en que su situación relativa empeoraba (los de la burbuja); quizás 
fuera porque al compararse consigo mismos sentían que iban mejor, sin 
importarles que a los jóvenes les fuera mejor todavía. Pero justo cuando
 su poder adquisitivo medio es más o menos igual que el de los activos y
 hay entre estos muchos más pobres, los pensionistas llenan las grandes 
avenidas reclamándoles más. Parecen bastante egoístas, pero también debe
 de haber ingenuos que se dejan manipular por demagogos. 
A estos, a los 
demagogos, les corresponde una mayor responsabilidad por el desatino, 
pues saben, o deberían saber, que si la renta relativa de los 
pensionistas empeora cuando las cosas van bien y mejora cuando van mal 
es porque los gobiernos protegen las pensiones del ciclo económico. Y 
saben también que eso mismo es lo que harían ellos si gobernaran.
Los pensionistas han quedado al margen de la crisis; deberían esperar
 un tiempo hasta beneficiarse del crecimiento. Podrían esperar, por 
ejemplo, hasta que los niños los igualen en rentas medias y en tasas de 
pobreza.
(*) Catedrático de Sociología (emérito) en la Universidad Complutense de Madrid.

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