MADRID.- Julio Rodríguez (Orense, 1948), Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) con el segundo Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero (2008-2011), relata hoy en www.vozpopuli.comcómo se incorporó a Podemos en 2015 después de haber ocupado el cargo de mayor rango de las Fuerzas Armadas por debajo del Rey.
En el libro que acaba de publicar 'Mi patria es la gente' (Península, 2018) relata su trayectoria vital y profesional, desde los tiempos de su juventud cuando votó al PCE en las primeras elecciones democráticas de 1977 y le apodaban Julito, el Rojo' por sus ideas políticas.
Además, narra episodios desagradables que le han ocurrido desde que decidió aceptar la propuesta de Pablo Iglesias para ingresar en el partido con el que concurrió como candidato en las elecciones generales de 2015 y 2016 sin lograr escaño.
En la entrevista que concede a Vozpópuli
plantea una reducción progresiva del personal de las Fuerzas Armadas
para adaptarlas a las necesidades actuales; analiza el futuro de Podemos
tanto en Madrid como a nivel estatal y la relación con el PSOE; y desgrana su visión de la monarquía y del rey Felipe VI.
- Usted conoce bien las Fuerzas Armadas por dentro. ¿Cree que sobra personal?
-
Yo hablo de que hay que redimensionar las Fuerzas Armadas. Tanto en
capacidades de personal como en capacidades operativas. ¿Por qué? Porque
ahora mismo son unas Fuerzas Armadas insostenibles. Tenemos una deuda
tremenda y no se puede ir alargando la solución hacia el futuro. Como
son alimentadas por los Presupuestos Generales del Estado, hay que
establecer prioridades. Y el debate de la seguridad hay que abrirlo de
una manera transversal. La sociedad civil, si quiere sentirse más segura
con el instrumento militar, tiene que poner recursos. Y esos recursos
los tiene que detraer de otro sitio.
- ¿Pero habría que rebajar el número de militares?
-
Hay que redimensionarlas. Ahora en los conflictos se utilizan
instrumentos distintos a los que se utilizaban hace cinco o diez años.
En cuanto a sistemas de combate, aviones, profesionales, drones, pilotos
o sistemas de armas.
- Es que en
su libro plantea que hay que pasar de los 140.000 efectivos máximos
actuales a una horquilla de entre 103.000 y 108.000, distribuidos entre
70.000 y 80.000 soldados y marineros, y entre 33.000 y 36.000 mandos.
-
Pienso que todo el sistema de personal es un proceso que requiere diez
años como poco. No puedes pasar de 140 a 100 en un año. Es un proceso
que empieza por la entrada en las academias y acaba con la cúpula. Es un
proceso que tienes que empezar reduciendo y eso requiere programas y
mentalidad a largo plazo. Es algo que hay que hacer con progresividad.
-
No le gustó el discurso que pronunció el rey en octubre con la crisis
de Cataluña. En su libro repasa el papel de don Juan Carlos en el 23-F.
¿Son comparables?
- Critico el discurso pero
no lo comparo con el 23-F. Yo siempre valoro las circunstancias y el
contexto. La del 23-F fue una actitud que era la que se debió tomar. Había
unos poderes fácticos que existían claramente. Luego, la conducta del
rey emérito que le llevó a abdicar fue otra decisión que podríamos
entrar a valorarla; es verdad que entraron nuevos aires a la monarquía.
El mismo Pablo Iglesias lo dijo.
Y cuando juzgamos la actitud desde el punto de vista
personal que tomó con respecto al discurso de Cataluña, hago más una
crítica al Gobierno. Como los discursos del rey los debe escribir el
Gobierno, si eso fue una decisión del Gobierno del PP, fue una decisión
que utilizó a la institución.
Pero (al rey) yo le critico el lenguaje
personal que tuvo, el no ocupar el papel que le correspondía de mediador
–que hubiera sido más útil-. Desde ese punto de vista, lo considero
como un error.
- A renglón seguido dice en el libro que otra "metedura de pata" podría poner encima la mesa el debate sobre la monarquía.
-
Digo que la institución, igual que tenía una cierta credibilidad con el
anterior rey, hay riesgo de que errores de este tipo la pongan en
riesgo. Es un debate que está ahí pendiente. Una institución que puede
jugar un papel como en otros países, si entra a marcarse políticamente,
puede poner en riesgo la institución. En una institución democrática,
alguien podría poner en duda cómo el rey -el jefe del Estado- no es
elegido democráticamente. Si encima actúa políticamente…
- ¿Qué propondrían?
-
En un proceso constituyente hay que modificar la Constitución. Igual
que hace unos años se planteó por el presidente José Luis Rodríguez
Zapatero que llevo cuatro asuntos al Consejo de Estado. Este proceso
puede ampliarse y puede que ese debate se abra.
-
Usted dice que si se volviera a redactar ahora el artículo 8 de la
Constitución, probablemente se enunciaría en otros términos.
-
Yo siempre digo que hay que leer la Constitución entera y también hago
referencia al artículo 97, que dice que están sometidas al poder civil.
Eso es lo que ya ha calado, el espíritu del constituyente. Pero si
existe alguna ambigüedad, hay que modificarlo para clarificar. Este no
es un motivo por sí sólo para cambiar la CE, pero si se producen
cambios, hay que hacerlos formalmente y resolver ambigüedades. Y si este
es uno de ellos, habrá que hacerlo.
- ¿Pero las Fuerzas Armadas deben garantizar la unidad territorial, no?
-
Están sometidas al poder civil. Si se lee como me está insinuando, que
ellas pueden actuar, hay que leer la Constitución entera. Y está claro
que no pueden actuar de una forma autónoma, por sí solas. Si el poder
civil decide utilizar el instrumento militar porque hay un invasor
extranjero, o porque decide poner un estado de excepción o de sitio, es
una responsabilidad política, pero no una responsabilidad que
autónomamente puedan tomar las fuerzas armadas.
-
Critica al Gobierno por el discurso del Rey. Pero en su libro también
reprocha duramente cómo gestionó el Ejecutivo su baja como general de la
Reserva tras fichar por Podemos. ¿Hay un cierto ajuste de cuentas con
Pedro Morenés?
- No es un ajuste de cuentas.
Explico cómo se produjo el cese. No quise explicarlo en aquel momento en
que estábamos en campaña, porque no quería utilizar como había hecho el
Gobierno una decisión para utilizarla como denuncia. Yo creo que fui
leal. Lo hice dentro de la legalidad. En este sentido, le critico su
reacción visceral, que puede tener cualquier ciudadano individual, pero
él era un representante del Gobierno; era un ministro.
Por tanto, la
visceralidad tenía que haberla puesto a un lado. Que le produjera un
efecto sorpresa, lo entiendo, pero que reaccionó visceralmente como
diciendo 'algo hay que hacer', para alguien que había pedido la baja de
forma voluntaria; que se diga que se le cesa por 'falta de idoneidad'
era algo totalmente fuera de lugar.
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