Albert Bourla, Consejero Delegado de Pfizer, el gigante farmacéutico en el que es accionista Bill Gates y el fondo buitre Black Rock, tuvo un golpe de suerte cuando entró en escena el coronavirus. En cuanto anunció que tenía una timo vacuna de ARNmensajero y recibió con extraordinaria rapidez las autorizaciones de la EMA y la FDA -financiadas por Pfizer- vendió el 61,8% de sus acciones por la cantidad de 5.557 millones de dólares; premio a su contribución a la salud de la Humanidad.
Este greco-norteamericano, veterinario, que ha hecho su carrera en la empresa hasta ser nombrado director ejecutivo de Pfizer en el año 2019, con magníficos contactos en las élites, cubiertas sus espaldas por el control en los medios de los amigos de Black Rock, que posa acaramelado con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, cuyo marido Heiko es el del gremio farmacéutico; y del que Ursula, saltándose todos los criterios de transparencia de la propia UE, ha borrado sus mensajes, claramente comprometedores, que da ruedas de prensa con Joe Biden, y que ha sido recibido en dos ocasiones en secreto en el mismísimo Vaticano por el fantoche impostor Jorge María Bergoglio, el del “acto de amor”, se encuentra en horas no bajas, sino póstumas.
El 15 de abril de 2021, el triunfante Bourla anunció al mundo que las personas que hayan recibido las dos (timo) vacunas de Pfizer tendrán que ponerse una dosis de refuerzo para conseguir la inmunidad. Con el favor de todos los medios de comunicación y las big tech practicando la censura contra los disidentes, la declaración se entendió como una continuación del negocio.
Los que habían avisado del genocidio con la proteína Spike interpretaron correctamente que algo que no ha funcionado con dos dosis no puede funcionar en la tercera, y que si no inmuniza ni evita la transmisión no es una vacuna, sino un veneno de muerte, como lo definió el Dr. Vladimir Zelenko. Un fiasco mortal, una estafa letal, pero el fuego mediático había definido a Pfizer “como la buena”, lo mismo repetían el común de los médicos, unos pagados y otros aterrorizados, y tenía licencia para matar.
El 10 de noviembre de 2021, en un ejercicio de prepotencia sectaria, calificó de “criminales” a quienes difundían “desinformación” sobre los brebajes letales de proteína Spike ideadas para acoplarse en las células AD2, “porque han costado millones de vidas”.
Fue en una conversación mantenida con Frederick Kempe, director general del Atlantic Council, un centro de Estudios con sede en Washington DC, de la que atronaron el ejército de propaganda por medio mundo. “Hacen circular, a propósito, desinformación para engañar a quienes albergan dudas” sobre las timo vacuna ARN mensajero.
El ataque jupiterino buscaba fulminar al Dr. Robert Malone, ideador de la tecnología y que venía avisando de sus terribles peligros para la Humanidad, el texano Dr. Peter McCullough, al Dr. Vladimir Zelenko, judío ortodoxo, y la Dra. Judy Mikovitc. Pedía la censura completa, por si no era suficiente la ejercida.
Robert Malone respondió diciendo que “este tipo (Albert Bourla, CEO de Pfizer) sabe que su empresa es responsable de asesinar con ese producto decenas de millares o cientos de millares de personas en todo el mundo”. Y Vladimir Zelenko le tildó del “capo de la mafia más letal de toda la historia de los Estados Unidos”.
Mientras tanto el Dr. Peter McCulloug encabezó a un grupo de médicos y de eminencia científicas pidiendo judicialmente a la FDA que hiciera públicos los documentos de Pfizer que llevaron a autorizar la mal llamada vacuna. La FDA pretendió entregarlos dentro de ¡75 años!, pero un heroico juez federal de Texas le dio la razón al bueno de McCulloug obligando a la farmacéutica y a la FDA, que demostraron ser una misma cosa, a razón de 500 páginas por mes y ahí saltó la liebre: un listado de ¡158.000! efectos adversos potencialmente letales, que me permitido reproducir en mi libro “Esther López y Repentinitis 2”, el libro definitivo contra el genocidio, que prueban que Pfizer conocía la letalidad de su brebaje y la FDA lo autorizó a pesar, o precisamente, de ello.
Pfizer no cumple las expectativas en Bolsa y un gurú de Wall Street, que ya vaticinó el pinchazo de la burbuja de las punto.com, augura el desastre de la burbuja de las farmacéuticas. Alberto Bourla vive sus horas finales, sus horas póstumas. Si han visionado el vídeo de su última declaración, ya saben que declara como el asesino en serie que ha sido cogido en falta: a) se sitúa en el papel de ejecutivo ignorante culpando a los ‘científicos’ que le convencieron, b) afirma que la tecnología ARN mensajero era desconocida, no tenían experiencia.
Vamos, que tenían razón ese pequeño grupo que desinformaba de “criminales” a los que había que silenciar a toda costa. Bourla tiene miedo de la que se le viene encima.
(*) Periodista
http://ramblalibre.com/2022/03/15/carta-del-editor-albert-bourla-y-pfizer-en-horas-postumas/
No hay comentarios:
Publicar un comentario