Desde hace mucho
estamos viviendo la Tercera Guerra Mundial, que con la guerra de Ucrania
ha entrado en uno de sus episodios decisivos. La guerra se libra en
varios escenarios, uno de los cuales es el informativo y filosófico, lo
que nos sitúa en un espacio preñado de confusión, desinformación y
mentiras, en el que es muy difícil saber con certeza quienes son los
buenos y quienes los malos.
Sin embargo, algo puede discernirse
si el análisis se hace con inteligencia, independencia y rigor. Por
desgracia, la conclusión que emerge de ese estudio es que los dos bandos
que hoy se enfrentan son malos y que es posible que el bando occidental
sea el peor, desde el punto de vista moral.
Dejemos las cosas claras: en esta guerra todos son malos, pero los
nuestros, encabezados por los anglosajones y los judeomasónicos (Bestia
Negra) son terriblemente perversos y malvados,. Toda la ventaja que tuvo
Occidente en se anterior confrontación con la tiranía, en la que
defendía valores como la libertad y la fortaleza ética, ha sido
dilapidada por los que han gobernado el mundo en las últimas décadas,
promotores de estercoleros y cloacas degradantes para el hombre, las
leyes y la civilización.
La degeneración de los principios y valores en el llamado mundo
libre occidental es tan grande que es déficit discernir que bando de los
dos es el peor, si el de los que asesinan y masacran desde Rusia o el
de los que alimentan a Ucrania para que se inmole sin que su lucha
represente una apuesta clara por el valor y la virtud.
Ojalá esta guerra y las próximas que se avecinan estuviera
claramente definida en dos bandos opuestos, donde al menos uno
representara principios y valores que merezcan luchar por ellos. Pero
sólo hay suciedad y muerte, sin luz ni esperanza en los campos de
batalla.
Hay algunas claves para discernir y separar el bien del mal. En el bando
de Putin se rechaza el Nuevo Orden Mundial (NOM), aunque la alternativa
que allí se ofrece también es repugnante, esclavizante e indecente. Los
del NOM quieren un mundo esclavo, pero con apariencia de libertad,
mientras que en el bando ruso no disimulan la tiranía, pero, sin
embargo, cultivan valores y principios que en Occidente están siendo
masacrados, como la familia, la religión, el respeto a la vida y el
apego a la cultura humanística.
Occidente tiene su punto débil en al culto al aborto, que es
claramente un sacrificio humano porque el feto es un ser humano que
nacería si no lo hubieran matado. Contemplar como los padres matan a sus
propios hijos es una grave degradación de la civilización y del mismo
ser humano, se mire como se mire. Es un acto degenerado que recuerda los
sacrificios antiguos de niños a dioses crueles como Baal y Moloch, una
vergüenza para los falsos progresistas de la izquierda, que han hecho
del aborto una de sus banderas.
La ideología de género es otra de las vergüenzas del progresismo
occidental que repugna a muchos pueblos y ciudadanos dignos y decentes.
Permitir a un niño pequeño que decida su "género" es una aberración,
como lo es también como también que las parejas homosexuales sean
tratadas como matrimonios y que puedan tener hijos.
Alrededor de ese
mundo confundido y pervertido hay muchos abusos y canalladas, como
enseñar a los niños a masturbarse en las escuelas o estimularlos desde
pequeño para que tengan relaciones sexuales, sin respetar los ciclos
naturales del crecimiento y la vida.
Pueblos, naciones y gobiernos que alzan esas sucias y pervertidas banderas no merecen la victoria.
Las personas decentes y honradas reaccionan contra la decadencia
moral y las aberraciones progresistas apostando por nuevos partidos más
radicales y apegados a valores eternos, como ocurre en España con Vox.
El progresismo y el globalismo de las élites reaccionan arrinconando a
esas nuevas opciones, estigmatizándolas como "extrema derecha", cuando
sólo son partidos regeneracionistas y anti vicio.
Como el cristianismo es una barrera contra ese tipo de
abominaciones, el progresismo occidental combate esa religión con saña,
mientras consideran "odio" que se ataque a los musulmanes, su religión
preferida porque predica la "sumisión" frente al poder político. No hace
mucho proyectaron en Netflix una serie donde Jesucristo era gay.
La otra pata de la mesa de la ignominia es el feminismo radical,
el que no busca tanto la liberación de la mujer como enfrentarla a los
hombres, a los que pretende convertir en afeminados sumisos que ni
siquiera merecen ser tratados con igualdad. Las leyes en países como
España, cuyo gobierno es seguidor rotundo del progresismo más
degenerado, marginan y perjudican abiertamente al varón frente a la
mujer, lo que constituye una violación de los derechos humanos básicos
que a los falsos progres les trae sin cuidado.
Hollywood se ha convertido en una fábrica de inmundicia moral
dominada por las élites y los adoradores satanistas. Las pantallas del
cine y la televisión promocionan los falsos valores del progresismo
pervertido y sus propuestas de vida insana e inmoral. La cultura oficial
en el Occidente degenerado oculta e ignora que cuenta la Biblia sobre
las ciudades de Sodoma y Gomorra, que fueron arrasadas con fuego por
vicios parecidos a los que el falso progresismo hoy promueve.
Es cultura "progre" ignora también lo que dice la Biblia de la
magia y el satanismo: "No sea hallado en ti nadie que practique
adivinación o hechicería, que sea agorero o hechicero" y "Exterminaré
las hechicerías de tu mano y no tendrás más adivinos".
Dios parece ausente de la lucha que el mundo mantiene entre el
bien y el mal, pero está presente siempre, contempla y no permitirá que
los malvados dominen la Tierra. En muchas ocasiones, el Dios de Israel,
que es también el de los cristianos, dice que exterminará la impiedad de
los que mandan y gobiernan.
(*) Periodista
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