La otra cara de la moneda es Marruecos, país con el que el reconocimiento del plan de autonomía para el Sáhara como "la base más sólida, creíble y realista" para una solución sentó las bases de una nueva relación bilateral que se ha visto traducida en un aumento considerable del comercio, con la balanza inclinada del lado español.
Según los datos del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, las exportaciones a Argelia cayeron un 45,9% en 2022 con respecto a 2021, pasando de 1.888 millones de euros a 1.021 millones. La tendencia se ha mantenido en el arranque de 2023 y hasta el mes de marzo, último con datos, solo se habían realizado exportaciones por valor de 30,2 millones de euros, frente a los 472,9 millones del mismo periodo en 2022, lo que supone una caída del 93,6%.
El impacto es homogéneo en todos los sectores, desde la alimentación pasando por los productos energéticos, las materias primas o los productos químicos, con retrocesos por encima del 90% en las ventas a Argelia.
El golpe ha sido algo más mitigado en bienes de consumo duradero --un 59,4% menos-- y en manufacturas de consumo --un 68,4% menos--.Desde el Gobierno, nada más producirse el anuncio de Argel de que suspendía el Tratado de Amistad, se acudió a Bruselas, puesto que las competencias en materia comercial están transferidas y la Comisión Europea verbalizó su apoyo a España.
En el año transcurrido desde entonces, el Gobierno ha hecho llegar a Bruselas religiosamente los problemas con los que se han venido topando los empresarios españoles en sus transacciones comerciales con Argelia, si bien por el momento el Ejecutivo comunitario no ha emprendido ninguna acción concreta.
La Comisión Europea mantiene su coordinación con el Gobierno español en este asunto y seguirá evaluando "las implicaciones de las restricciones argelinas, aparentemente incompatibles con el Acuerdo de Asociación" entre el bloque y este país. "La UE está dispuesta a alzarse contra cualquier tipo de medida aplicada contra un Estado miembro", han prevenido.
En el plano diplomático, el Gobierno ha insistido en todo momento en que tiene la "mano tendida" a Argelia y el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, ha repetido incansablemente que España quiere con este país las mismas relaciones que con el resto de sus vecinos, incluido Marruecos, si bien se ha escudado en la necesidad de discreción respecto a la gestión de esta crisis.
Con todo, fuentes diplomáticas consultadas insisten en que no ha sido una crisis buscada por el Gobierno y esgrimen que un tercer país no puede interferir en decisiones soberanas como lo es el respaldo al plan de autonomía marroquí para el Sáhara, detonante de la retirada del embajador argelino de Madrid primero y de la suspensión del Tratado de Amistad tres meses después.
En este sentido, exponen que Argelia no ha emprendido medidas ni tampoco ha adoptado ningún tipo de represalia hacia los países que han abierto consulados en la antigua colonia española, mayoritariamente africanos y latinoamericanos, pero entre los que también está Emiratos Árabes Unidos.Por su parte, Argelia parece haber optado por la indiferencia en lo relativo a España en los últimos meses, sin que se hayan producido nuevos cruces de declaraciones.
Su presidente, Abdelmayid Tebune, prometió desde el principio que el suministro del gas está garantizado, algo que siempre ha reconocido el Gobierno español, y también dejó claro que su problema es con el Ejecutivo y no con España.La postura argelina de los últimos meses pone de manifiesto que en Argel están a la espera de lo que deparen las elecciones.
Inicialmente el cálculo era aguantar hasta diciembre, con la expectativa de un nuevo Gobierno del PP que dé marcha atrás al "paso en falso", en palabras de Tebune de Sánchez, respecto al Sáhara pero el adelanto electoral jugaría ahora en su favor.
Entretanto, la nueva etapa con Marruecos inaugurada con la visita de Sánchez y su encuentro con Mohamed VI el 7 de abril de 2022 y ratificada con la Reunión de Alto Nivel (RAN) del 1 y 2 de febrero pasados ha traído aparejado un considerable descenso en las llegadas de inmigrantes irregulares --algo que Bruselas ha destacado esta misma semana-- y un fuerte incremento en los intercambios comerciales.
Así, en los tres primeros meses del año las exportaciones han aumentado en un 18,6% --3.250,8 millones frente a 2.740,4 millones--, en línea con el aumento del 23,8% que se produjo durante 2022 en comparación con 2021.
El año pasado se alcanzaron los 11.748,2 millones de euros de exportaciones, con un aumento especialmente señalado en el caso del apartado de carbón y electricidad, donde el aumento es del 254,9% este año y fue del 874,1% en 2022.También han aumentado las importaciones procedentes de Marruecos, aunque en menor medida, según los datos del Ministerio de Industria y Comercio.
En 2022 se produjo un incremento del 18,9%, tras alcanzarse los 8.692,3 millones frente a los 7.309,8 de 2021, y en el primer trimestre el aumento era del 8,2%, con compras por valor de 2.395,4 millones.Esas importaciones no se están produciendo por el momento a través de Ceuta y Melilla.
La declaración conjunta de abril de 2022 estipulaba la reapertura de la aduana de Melilla, que Marruecos cerró unilateralmente en el verano de 2018, y la creación de una nueva en Ceuta, donde hasta la fecha no había existido. El acuerdo se ha traducido hasta la fecha en tres operaciones de paso de mercancías el 27 de enero, el 24 de febrero y el 26 de mayo.
En los tres casos se ha tratado del paso de una pequeña cantidad de productos hacia el país vecino y solo en la última ha habido por primera vez entrada de productos marroquíes en las ciudades autónomas.
Pese a la escasa envergadura de las operaciones, desde el Gobierno se pone de relieve el "hito" que supone la apertura de una aduana en Ceuta y esgrimen que con ello, al margen de eventuales declaraciones de dirigentes marroquíes, Rabat está reconociendo la españolidad de ambas ciudades autónomas, ya que solo se tienen aduanas con otros países.
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