MADRID.- "Amazon no es rentable". Un año le bastó a Gerardo García, CEO de Masnopago,
una tienda online de artículos de peluquería con sede en Granada, para
darse cuenta de que Amazon no era la solución que estaba buscando para
que su empresa creciera. Al contrario. Vendían mucho más y hasta
consiguieron duplicar los pedidos, pero el margen que les quedaba era
ínfimo. "Ganaba un euro por paquete. ¿Y qué hace una empresa ganando un euro por paquete?", se queja a Teknautas.
No
es lo único que ha llevado a García a hablar de Amazon como "un gran
parásito que te hace volar pero que al final te devora". El gigante de
las ventas 'online' presiona continuamente a estos comerciantes para que
bajen el precio en su plataforma, no les permite fidelizar a sus
clientes y a menudo les obliga a aceptar cualquier devolución y en
cualquier estado, incluso cuando el cliente no lleva la razón, según
www.elconfidencial.com.
Algo que ha vivido muy de cerca una vendedora de productos infantiles
que prefiere preservar su anonimato. No quiere que su relación con los
proveedores se vea perjudicada por contarnos su experiencia. "Este mundo
es muy pequeño y nunca se sabe lo que puede pasar", afirma María
(nombre ficticio). Ella también se queja de que Amazon les "anima a rebajar los precios hasta extremos ridículos" y a utilizar su servicio de logística para "que dependas totalmente de ellos y luego apretarte totalmente las tuercas".
"Hace unas semanas, coge Amazon y dice que sube un 40% los precios de su gestión logística", ejemplifica. Un cambio que
se hará efectivo a partir del 26 de abril
y que conllevará que, por ejemplo, la tarifa para el paquete de tamaño
estándar pase de costar 2,28 a 3,19 euros. También se van a incrementar
las tarifas (únicas y mensuales) por almacenamiento de inventario y se
eliminará la gestión logística gratuita en pedidos por un importe
superior o igual a 300 euros. "Está claro que Amazon está haciendo '
dumping' con su servicio de logística", denuncia esta vendedora.
Son solo algunos de los obstáculos que se encuentran estos emprendedores, que han llegado a ver a Amazon como un gigante que engulle a los pequeños sin piedad. "Como Saturno devorando a su hijo en el
cuadro de Goya", compara García.
De ser una solución para aumentar las ventas a perder dinero
García
comenzó con su 'e-commerce' de productos de peluquería y estética en
septiembre de 2011. Curiosamente, por las mismas fechas que se lanzaba
la versión española de la tienda 'online' de Jeff Bezos. Amazon comenzó vendiendo libros
y electrónica, pero poco a poco fue incorporando más y más sectores
hasta convertirse en el 'marketplace' con todo lo que puedas imaginar
que hoy conocemos.
Fue en agosto de 2015 cuando García decidió
probar suerte con la plataforma. "Había llegado un momento en que
parecía que con nuestra tienda 'online' habíamos tocado techo y no podíamos crecer más:
metíamos más productos y hacíamos más publicidad, pero no vendíamos
más", recuerda García. Y vieron la tienda de Bezos como una buena
solución.
García y su socia Elena Leyva pasaron dos meses, hasta octubre, subiendo
casi un centenar de referencias a Amazon (descripciones, fotos,
precios…). "Aunque teníamos 3.500 referencias en nuestra tienda,
decidimos no subirlas todas. Y menos mal que no lo hicimos", apunta el comerciante.
Pronto vieron cómo las ventas comenzaban a subir como la espuma. "Si,
por ejemplo, con Masnopago sacábamos 200 pedidos al mes, con Amazon
sacábamos 400", recuerda. Sin embargo, no les resultaba rentable.
"Puedes vender exponencialmente y que tus ventas se disparen, pero tus
gastos se van a disparar también exponencialmente. A nosotros, en
nuestro caso, no nos merece la pena".
García nos lo muestra a
través de un ejercicio práctico. Por uno de sus productos, él paga al
proveedor 38,45 euros, IVA incluido. En Amazon, el producto se pone a la
venta a 55,90 euros IVA incluido (49,95 euros más 5,95 euros en
concepto de gastos de envío). Con ese precio, Amazon le cobra una comisión del 15%, que equivaldría en este caso a 8,39 euros.
Por
otro lado, García afirma que el propio envío le sale por esos mismos
5,95 euros que repercute al cliente (entre lo que cobra la empresa de
reparto y los gastos que implica la gestión). Por tanto, su beneficio
antes de impuestos sería de unos 3 euros. Tras la declaración de IVA,
esa ganancia por unidad se reduce a poco más de 1 euro, una cantidad irrisoria al lado de los más de 8 euros que se ha embolsado Amazon por la venta de su producto.
"Imagínate
que muevo 100 pedidos igual que este, con todo lo que eso conlleva, y
ganaría solo 100 euros", se queja. "Ya solo el rato de hacer la factura
estoy palmando pasta", dice este vendedor que desde agosto de 2016 ya no
vende a través de Amazon.
La ley del precio más bajo
Las elevadas comisiones que cobra Amazon no son lo único que García ve como un problema. "Lo peor es que hay otra empresa que lo está vendiendo más barato,
y si yo lo vendo más barato voy a pérdidas", explica. En un mercado
globalizado, tiene que competir con vendedores de países extranjeros que
no tienen los mismos impuestos ni las mismas condiciones laborales.
"Incluso, muchas veces, los clientes creen que los engañamos y no se dan
cuenta de que igual se lo están vendiendo desde un paraíso fiscal o
donde trabajan niños explotados", critica.
Esa misma competencia feroz la ha padecido María con sus productos
infantiles en Amazon. Ella vende desde finales de 2014 y, tras un arduo
trabajo de posicionamiento dentro de la plataforma, consiguió situar uno
de sus artículos como el más vendido de su categoría. ¿Qué ocurrió
entonces? Que otros se dieron cuenta de su éxito y comenzaron a comprar a su mismo proveedor para vender idénticos productos a través de Amazon.
"Mi
proveedor aceptaba todas las peticiones de compra que le llegaban sin
ningún tipo de filtro, tiburones que desconocen el sector y se dedican a
comprar éxitos para luego venderlos en Amazon", explica. Así, un producto que antes costaba 47 euros comenzó a venderse a 34 euros,
dejando sin margen a los pequeños para competir. "Lo peor de todo es
que Amazon mandaba mensajes del tipo '¡Felicidades! Estás vendiendo un
producto de mucho éxito en su categoría; por favor, considera rebajar el
producto' y te ofrece descuentos en comisiones, pero aun así te deja
sin margen", explica.
Ante esta situación, María se quejó en repetidas ocasiones a su
proveedor, que en los últimos meses se ha limitado a mandar una circular
a sus clientes instando a que se respeten los precios del mercado. Sin
embargo, María ha visto cómo se sigue vendiendo ese producto a 34 euros a
través de Amazon. Incluso la plataforma lo ofrece a un precio más bajo del recomendado.
"El proveedor me afirmó que se habían reunido con Amazon, aunque yo sé
que la plataforma no se suele reunir con sus proveedores, pero bueno, lo
peor es que todo sigue igual", explica.
Para su fortuna, María
acaba de cerrar un acuerdo con otro profesional para importar una marca
nueva que "no quiere vender en Amazon", así que, a partir de otoño,
dejará definitivamente la plataforma.
Una plataforma que necesita de mucho trabajo
Cuando
una marca o vendedor independiente desea vender directamente a los
clientes a través de Amazon, lo primero que debe hacer es
registrarse como vendedor para acceder a su Seller Central. A partir de ahí, podrá
elegir entre dos planes
de venta. Ser vendedor individual y pagar solo por lo vendido (0,99
euros por cierre de compra) o unirte a la opción pro y pagar una cuota
mensual de 39 euros (sin IVA). En ambos casos, además, tendrás que pagar
la comisión correspondiente según el tipo de producto: que va desde el 45% para los accesorios de los dispositivos Amazon hasta el 20% para joyería o el 15% para juguetes, juegos y la mayoría de categorías.
Aunque,
sin duda, la tarea más ardua es la subida del inventario. Aquí fue
donde María vio su fortaleza como experta en la venta por internet.
"Cuando entré en Amazon, me di cuenta que muchas fichas no estaban bien,
los diferentes modelos y colores no estaban unificados, así que me
dediqué a hacerlo muy bien para dar una mejor información al cliente",
explica. Gracias a ello, con un trabajo de años, logró posicionar su
marca entre las primeras.
Aunque Amazon tampoco se lo puso fácil. "Las fichas de producto, por ejemplo, dan un montón de problemas a la hora de importarlas,
a veces no aparecen las tildes o no hay eñes", explica. "Esto que puede
parecer una tontería es importante porque una ficha de producto que
está mal redactada, o que no tiene tildes ni eñes, a un consumidor
español le da desconfianza", detalla. Esto se debe, según María, a que
Amazon tiene unos "sistemas antediluvianos de los años 90 que utilizan
estándar ISO 8859-1, un estándar de alfabeto que lo desordena todo".
Además, considera que es una empresa "muy poco eficiente". "Tienen un montón de gente sin formación atendiendo a los vendedores
para resolver este tipo de problemas, que están en Irlanda, que en
muchos casos ni siquiera son hispanohablantes, e intentas ponerte de
acuerdo con ellos y no se enteran de lo que les pides", relata.
Otro de los retos del vendedor de Amazon es hacerse con la conocida Buy Box. Esto significa que, tras la búsqueda del cliente, sus productos aparecerán mejor posicionados.
Aunque se desconoce cómo funciona exactamente el complejo algoritmo de
Amazon, sí se sabe que influyen variables como el precio, la
disponibilidad de 'stock', la valoración de los clientes o la antigüedad
del vendedor. "Ahí nos echan a todos a pelear", sentencia García.
A esto se unen los beneficios que Amazon ofrece a
quienes pagan por publicidad dentro de la plataforma. Pasando por caja, los artículos pueden aparecer como productos patrocinados
(y mejor posicionados) o como anuncios destacados. Algo que hace que
todavía sea mucho más difícil competir si no inviertes dinero.
Ni clientes fieles ni devoluciones correctas
Otro de los problemas que refiere García es que con Amazon es imposible fidelizar a un comprador.
"El 95% de los clientes piensan que están comprando en Amazon y no
entienden ni quieren entender que es un 'marketplace' donde venden miles
de pequeñas empresas",
explica el comerciante.
Tampoco
tienes control sobre las devoluciones ante cualquier queja
(fundamentada o no) del cliente. "Yo he llegado a dar devoluciones seis
meses después, por ejemplo", recuerda María. "Desgraciadamente, detrás de una devolución 'maravillosa' hay un vendedor cabreado que se preocupa de destacarse un poco en la calidad del servicio y acaba dando una devolución", se lamenta.
Hay una vida mejor lejos de Amazon
Como
bien demuestran estos dos emprendedores, se puede vender 'online' y
vivir de ello sin depender de Amazon. Además, el comercio electrónico no es la única alternativa para lograr que tu negocio triunfe en estos tiempos en que los gigantes buscan monopolizarlo todo.
La
diseñadora Saray Morales abrió hace dos años su propia tienda física de
ropa y accesorios en el barrio madrileño de Lavapiés.
La Positiva ofrece, según su creadora, prendas hechas a mano y de forma respetuosa
de marcas pequeñas y jóvenes creadores. "La mayoría son españoles.
Aunque también tengo algo de fuera, prefiero que sea de gente cercana",
explica Morales.
Aunque su propuesta pretende ser una "alternativa a los gigantes",
con "artículos diferentes y un trato cercano", no puede negar que sí le
afecta su incidencia. "Ellos ofrecen precios mucho más bajos y eso hace
que, al final, la gente se acostumbre a un tipo de precio y nos
maleduquemos", explica. Aun así, Morales ha notado que, aunque todavía
queda "mucha gente que pregunta por rebajas", aumentan los clientes
concienciados.
"Cada vez hay más información. Antes en el sector textil, por ejemplo, no se sabía tanto sobre el tema de la contaminación, la explotación...", reflexiona. "Cuanto más consciente eres de las cosas menos puedes mirar para otro lado".
Desde la asociación
Red de Redes de Economía Alternativa y Solidaria (REAS) también califican a Amazon como un "monstruo" debido
a "su tendencia al monopolio, sus condiciones laborales basadas en
subcontratas, su falta de transparencia y sus prácticas fiscales cuando
menos dudosas". Para ellos es difícil imaginar la posibilidad de que en
un modelo económico social y solidario existan empresas como la de
Bezos.
Como alternativa, apuestan por "crear herramientas propias
(como una propia web de comercio y un acuerdo con las diferentes
empresas de mensajería de la economía social) y por circuitos de
comercio de proximidad, con criterios de comercio responsable y de
cuidados medioambientales". Un ejemplo es el
Mercado Social de Madrid, una red de productores, distribuidores y consumidores que creen y apuestan por un comercio ético y responsable dentro de un modelo de cooperación e innovación social alejado del capitalismo hipercompetitivo que da vida a Amazon.