Durante 2021, murieron cuatro veces más jugadores profesionales de fútbol en partidos o entrenamientos con sus clubes por problemas cardiovasculares, que en la media de los 12 años anteriores.
La secuencia que vivimos actualmente es la siguiente: deportista se vacuna, da positivo vía PCR, (se asume que tiene covid), siguientes semanas/mes: miocarditis, el titular será: “miocarditis tras superar covid”, y en él no encontraremos la palabra “vacuna”, aunque en este caso, es fácil verla en otro artículo de semanas anteriores, pero en general es prácticamente imposible encontrarla en el mismo artículo que anuncia que determinado deportista está afectado por su principal efecto adverso.
Desde los medios se ha señalado al covid como causa de las miocarditis pero lo cierto es que no existe ninguna evidencia de ello. En este estudio los autores concluyen: “Aunque se ha documentado inflamación cardíaca en pacientes con COVID-19, por el momento no hay evidencia de SARS-CoV-2 en cardiomiocitos humanos, por lo que queda por demostrar la posibilidad de una infección miocárdica directa por el virus.”
Sin embargo, sí tenemos evidencias del vínculo entre las vacunas covid de ARN mensajero y la posibilidad de padecer inflamaciones en el corazón como la miocarditis. Un riesgo que se incrementa a medida que se inoculan dosis de refuerzo, según un estudio encabezado por investigadores de la Universidad de Oxford.
Fuente: https://www.medrxiv.org/content/10.1101/2021.12.23.21268276v1
La miocarditis se caracteriza por una infiltración de células inflamatorias en el miocardio que puede ir seguida de fibrosis de miocitos, edema y necrosis, lo que lleva a disfunción de la pared ventricular e insuficiencia cardíaca.
La causa y el por qué estamos viendo tantos episodios en la actualidad, es porque el ARN de la vacuna de Pfizer es altamente inmunogénico y, al entrar en nuestro cuerpo, provoca que nuestro sistema inmune responda atacándonos mediante la activación de citocinas y expresión de nuestros virus endógenos, que ponen en funcionamiento un microARN circulante para generar la alarma por todo nuestro cuerpo. De ahí que los vacunados den positivo en los test de antígenos y PCR.
Estas evidencias nos indican que estas “vacunas” no funcionan tan bien como nos cuentan, ya que las miocarditis vienen a confirmar que parte de ese ARN no se traduce ni sintetiza en la proteína S y se queda circulando en nuestro cuerpo, (hasta 2 y 4 meses, después de la inoculación). En su lugar activa de forma aberrante los detectores de ARN exógeno de nuestro cuerpo, desregulando nuestro transcriptoma y generando este grave trastorno autoinmune.
Fuente: https://www.ahajournals.org/doi/10.1161/CIRCULATIONAHA.110.952820
Este estudio es un ejemplo de la enorme cantidad de modelos experimentales previos que constatan que un ARN foráneo causa miocarditis graves.
Fuente: https://www.ahajournals.org/doi/full/10.1161/01.CIR.94.11.2930
En la siguiente gráfica se puede ver como no hay correlación con el COVID (rojo) y si hay clara correlación de miocarditis (azul) con las vacunaciones (verde).
En este estudio oficial respaldado respaldado por el CDC y la FDA podemos ver que los casos de miocarditis obtenidos del VAERS, después de verificar que cumplen con los requisitos de veracidad, se multiplican por 133 veces en varones de 12 a 15 años. Cabe tener en cuenta que el sistema VAERS solo recoge entre un 1% y un 10% de los casos reales. Claramente, no existe ninguna razón para inocular estas terapias génicas a los niños, no merece la pena correr estos riesgos innecesarios. Suecia ha sido el primer país en decirlo, le siguió Dinamarca, e Inglaterra, la lista cada vez es mayor. A España ni se la espera.
Muertes que no son noticia
La próxima semana comienzan con la cuarta dosis y todavía se está terminando de administrar la segunda dosis de la vacunación infantil pero la Asociación Española de Pediatría (AEP) ya se ha adelantado a recomendar incluirla en el calendario vacunal infantil el próximo otoño, mientras, la Agencia Europea del Medicamento (EMA), advierte que continuará vigilando y evaluando los resultados y actualizando la información del producto para que los organismos reguladores puedan tomar una decisión al respecto.
Esta urgencia de la AEP se entiende mejor mirando el portal de transparencia de Pfizer donde se puede comprobar que ha sido subvencionada con 97.890 € por un lado y su fundación con otros 304.464’72 €.
Ya se ha dicho todo sobre los pésimos resultados de esta generación de «vacunas» de ARN experimentales. Para su homólogo infantil el único cambio fue una menor dosis sustituyendo la disolución salina por un estabilizante anti-infartos y como era de esperar los resultados siguen siendo esencialmente los mismos, agravados porque en este grupo de población la inflamación en el miocardio resulta más letal que para los adultos, según datos del Instituto de Salud Carlos III se ha pasado de hospitalizar 58 niños a hospitalizar a 434 niños (7.5 veces más que en el mismo periodo sin vacunas), sin contar las trágicas muertes de niños o adolescentes que ya se están dando en los colegios y que se pretenden dejar en el limbo de causas desconocidas o de la fatalidad.
Desde aquí, todo nuestro apoyo a esos padres de los chavales que se están sintiendo indispuestos en los colegios, por mucho que os digan lo contrario, no es normal y se puede demostrar aunque no será fácil ni barato. Las pruebas periciales irán de vuestro bolsillo y estaréis solos en esa lucha. Buscad el apoyo de alguna asociación, soportar la presión y no os rindais.
(*) DEA en Biomedicina Molecular por la UAM.
https://diario16.com/miocarditis-y-muertes-que-no-son-noticia/
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