IBIZA.- El sonido bajo el mar será superior al de poder escuchar el impacto
que causó la bomba atómica de Hiroshima desde su hipocentro, a escasos
metros de la cúpula Genbaku. Cada colisión en la roca de la campaña sísmica de la petrolera irlandesa Cairn Energy a 35 millas de la costa de Ibiza
se percibirá por tortugas y cetáceos del canal de Valencia como una
sucesión de ataques nucleares que les llevará, en el mejor de los casos,
a lograr huir de esas aguas con su sistema de orientación no demasiado
dañado.
La búsqueda de petróleo por métodos sísmicos que
prevé iniciar a finales de este año la petrolera consistirá en realizar
una serie de detonaciones submarinas que generan ondas de resonancia que
les permitan descifrar la composición de la roca bajo el mar, según adelanta 'El Mundo'.
Las exploraciones son muy ruidosas y deben ser lo bastante fuertes
como para penetrar en la roca y regresar a la embarcación que realiza la
exploración. Pueden realizarse mediante descargas eléctricas, mediante
aire comprimido o a través de detonaciones con explosiones de aire
comprimido, que es el método que se utilizará en este proyecto.
En cualquier de los casos suponen la emisión de ondas desde la superficie del mar que penetran en el lecho marino,
y afectan al sistema de colocación de los cetáceos, alterando su
comportamiento, capacidad de alimentación, orientación y rutas
migratorias, por no hablar de los efectos devastadores para la pesca,
que quedará literalmente arrasada.
Según los estudios elaborados tanto por la Universidad Politécnica de
Valencia, a instancias del Gobierno valenciano, como por el Cabildo de
Lanzarote, la aparición de cadáveres de cetáceos desorientados en las
playas será una de las principales consecuencias de estas detonaciones.
La Comisión balear de Medio Ambiente trató el tema de las
prospecciones petrolíferas en aguas de Ibiza y reveló que la campaña de
Cairn Energy operará a 249 decibelios, cuando la comunidad científica ha
adoptado los 180 decibelios como el nivel de intensidad acústica a partir del cual se pueden producir males fisiológicos irreversibles en cetáceos y tortugas marinas.
Para hacerse una idea del ruido que supondrá para la fauna marina
basta con señalar que una aspiradora suele operar a una media de 70
decibelios, mientras que 130 decibelios es el ruido de un avión al
despegar.
La comunidad científica sitúa el umbral del dolor en 140 decibelios, y por encima, a 180 por ejemplo, se
encontraría un cohete espacial al despegar, o la detonación que causó
el volcán Krakatoa al entrar en erupción; mientras que se cree que las
bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki provocaron un ruido sobre esas
ciudades cercano a los 200 decibelios, todavía 49 por debajo de la
fuerza con la que prevé operar la petrolera.
La Comisión balear de Medio Ambiente acordó pedirle al
Ministerio de Industria y Turismo que, ya que se niega a denegarle a la
petrolera los permisos concedidos en 2010 por el Gobierno de Zapatero,
que al menos le pida a la compañía que realice un Estudio de Impacto
Ambiental.
Según el acuerdo de la Comisión, el Estudio tiene que incorporar toda
una serie de medidas correctoras más eficientes que las que figuran a
la documentación ya presentada por la compañía, "que garantizar la mínima afección del impacto sonoro del proyecto sobre organismos y comunidades marinas de la zona de incidencia, poniendo especial énfasis a la no afectación de cetáceos, tortugas marinas, aves marinas y recursos pesqueros".
Además, piden al Gobierno que exija que este estudio mencione y
evalúe si existe algún otro tipo de tecnología más innovadora que se
pudiera aplicar para realizar este trabajo ya que, según sus consultas, "parece que existen nuevas tecnologías menos impactantes sobre los organismos marinos que las ondas sonoras producidas por aire comprimido".
También reclaman que el Estudio incluya filmaciones en las que se
puedan apreciar qué comunidades marinas pueden resultar afectadas en
cada una de las explosiones.
Eso sí, al igual que el Consell Insular de Ibiza, la Comisión balear
de Medio Ambiente quiso dejar bien claro que están en contra del
proyecto, y recuerdan que en caso de llegar a una posible extracción de
petróleo los riesgos aumentarán si se produjera un derramamiento, ya que
el mar Mediterráneo es un mar cerrado, lo que afectaría no sólo a
organismos, ecosistemas marinos y recursos pesqueros, sino también a la
principal industria de Baleares que es el turismo.
Por este motivo, la Comisión recuerda que el Estudio tendrá que
incluir el conjunto de acciones derivadas de la siguiente fase de los
permisos otorgados, que es la fase de perforación tras los sondeos.
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