MADRID.- Situado en Cal Mayor, frente a la bahía de Palma, el bello Palacio de Marivent
fue construido en 1923 por el arquitecto mallorquín Guillermo
Forteza para Juan de Saridakis, ingeniero y artista
griego fascinado por el paisaje y las costumbres de la isla.
Fallecido éste, la viuda del arquitecto, Ana Marconi, cedió el 28 de abril de 1965 la finca a la hoy desaparecida Diputación Provincial de Baleares, a condición de que se estableciese allí un museo abierto al público. Y así fue, hasta que en 1973 la Diputación cedió el Palacio a los entonces Príncipes de Asturias, Juan Carlos y Sofía, como residencia veraniega, cuya propiedad ostenta hoy la Comunidad Autónoma de las Islas Baleares, que destina 1,7 millones de euros anuales a su cuidado y mantenimiento.
Los herederos de Saridakis recurrieron a los tribunales hace más de 25 años para que se respetase la condición impuesta para la cesión del Palacio. En concreto, el hijo de Juan Saridakis y su madre, Ana Marconi, interpusieron una demanda civil reclamando la devolución de todos los bienes del Palacio, entre los que se incluían valiosos cuadros de Delacroix (Cabeza de caballo), Picasso (Niño), Zuloaga, Sorolla, Goya (Retrato del general Palafox), Bernareggi, Joaquim Mir, Anglada Camarassa o el propio Saridakis; además de grabados de Goya, Durero y Frank Brangwyn; o aguafuertes de Chabiles y Lahoz. Por si fuera poco, la colección de cerámicas estaba formada por más de doscientas piezas de Manises. Un fabuloso patrimonio artístico de incalculable valor.
La demanda se presentó en el Juzgado de Primera Instancia nº 1 de Palma de Mallorca, y en ella se aportaba, entre otros documentos notariales, un exhaustivo inventario de todos los bienes. Los demandantes entregaron también al juez un acta notarial donde se reflejaban las sucesivas visitas realizadas por un fedatario público al Palacio, solicitando la visita al museo previo pago de la entrada.
Sin embargo, el servicio de vigilancia había remitido una y otra vez al notario a la Casa Real para cualquier autorización de acceso, razón por la cual los Saridakis aducían que el Palacio no se destinaba, como se pactó en su día, a museo. Finalmente, los Saridakis se salieron con la suya y pudieron recuperar todos sus bienes que, al parecer, se encuentran hoy depositados fuera de España.
Entre tanto, temiendo que algún día el Palacio se quedara pequeño tras los sucesivos matrimonios y natalicios del Príncipe y las Infantas, el Gobierno balear firmó con el Ministerio de Defensa la cesión de unos terrenos colindantes con Marivent por un plazo de 99 años, sobre los que hoy se levanta la residencia oficial del Príncipe Felipe durante sus estancias en Palma de Mallorca. La finca se denomina Son Vent y de su mantenimiento y conservación se encarga el Gobierno balear.
La villa, rodeada de jardines con palmeras y árboles frutales, se encuentra a un centenar de metros del Palacio de Marivent. Una amplia escalinata, dividida en dos robustos brazos que convergen ante la fachada principal, conduce hasta la entrada del edificio, cuyo portal está rematado con un arco de medio punto y flanqueado por dos balconadas. En el interior de la residencia, de quinientos metros cuadrados construidos, hay ocho habitaciones, tres cuartos de baño, un amplio salón y un comedor, repartidos en dos plantas y la torre central, habilitada como buhardilla, con los típicos tejados mallorquines de cuatro aguas.
Las obras de reacondicionamiento de la residencia y el muro que protege a los Príncipes de las miradas indiscretas supusieron un desembolso superior a los 400.000 euros; además, el Govern se gastó otros 250.000 euros en renovar el mobiliario. En total, pues, 650.000 euros.
En la misma finca de Son Vent, el Gobierno balear rehabilitó en su día otras dos edificaciones más pequeñas llamadas Son Ventet. Se trata de un edificio de dos plantas y unos 150 metros cuadrados construidos, antigua residencia de oficiales, y de la Casa dels Posaders, de unos 70 metros cuadrados, ambas destinadas a la recepción de invitados.
Fallecido éste, la viuda del arquitecto, Ana Marconi, cedió el 28 de abril de 1965 la finca a la hoy desaparecida Diputación Provincial de Baleares, a condición de que se estableciese allí un museo abierto al público. Y así fue, hasta que en 1973 la Diputación cedió el Palacio a los entonces Príncipes de Asturias, Juan Carlos y Sofía, como residencia veraniega, cuya propiedad ostenta hoy la Comunidad Autónoma de las Islas Baleares, que destina 1,7 millones de euros anuales a su cuidado y mantenimiento.
Los herederos de Saridakis recurrieron a los tribunales hace más de 25 años para que se respetase la condición impuesta para la cesión del Palacio. En concreto, el hijo de Juan Saridakis y su madre, Ana Marconi, interpusieron una demanda civil reclamando la devolución de todos los bienes del Palacio, entre los que se incluían valiosos cuadros de Delacroix (Cabeza de caballo), Picasso (Niño), Zuloaga, Sorolla, Goya (Retrato del general Palafox), Bernareggi, Joaquim Mir, Anglada Camarassa o el propio Saridakis; además de grabados de Goya, Durero y Frank Brangwyn; o aguafuertes de Chabiles y Lahoz. Por si fuera poco, la colección de cerámicas estaba formada por más de doscientas piezas de Manises. Un fabuloso patrimonio artístico de incalculable valor.
La demanda se presentó en el Juzgado de Primera Instancia nº 1 de Palma de Mallorca, y en ella se aportaba, entre otros documentos notariales, un exhaustivo inventario de todos los bienes. Los demandantes entregaron también al juez un acta notarial donde se reflejaban las sucesivas visitas realizadas por un fedatario público al Palacio, solicitando la visita al museo previo pago de la entrada.
Sin embargo, el servicio de vigilancia había remitido una y otra vez al notario a la Casa Real para cualquier autorización de acceso, razón por la cual los Saridakis aducían que el Palacio no se destinaba, como se pactó en su día, a museo. Finalmente, los Saridakis se salieron con la suya y pudieron recuperar todos sus bienes que, al parecer, se encuentran hoy depositados fuera de España.
Entre tanto, temiendo que algún día el Palacio se quedara pequeño tras los sucesivos matrimonios y natalicios del Príncipe y las Infantas, el Gobierno balear firmó con el Ministerio de Defensa la cesión de unos terrenos colindantes con Marivent por un plazo de 99 años, sobre los que hoy se levanta la residencia oficial del Príncipe Felipe durante sus estancias en Palma de Mallorca. La finca se denomina Son Vent y de su mantenimiento y conservación se encarga el Gobierno balear.
La villa, rodeada de jardines con palmeras y árboles frutales, se encuentra a un centenar de metros del Palacio de Marivent. Una amplia escalinata, dividida en dos robustos brazos que convergen ante la fachada principal, conduce hasta la entrada del edificio, cuyo portal está rematado con un arco de medio punto y flanqueado por dos balconadas. En el interior de la residencia, de quinientos metros cuadrados construidos, hay ocho habitaciones, tres cuartos de baño, un amplio salón y un comedor, repartidos en dos plantas y la torre central, habilitada como buhardilla, con los típicos tejados mallorquines de cuatro aguas.
Las obras de reacondicionamiento de la residencia y el muro que protege a los Príncipes de las miradas indiscretas supusieron un desembolso superior a los 400.000 euros; además, el Govern se gastó otros 250.000 euros en renovar el mobiliario. En total, pues, 650.000 euros.
En la misma finca de Son Vent, el Gobierno balear rehabilitó en su día otras dos edificaciones más pequeñas llamadas Son Ventet. Se trata de un edificio de dos plantas y unos 150 metros cuadrados construidos, antigua residencia de oficiales, y de la Casa dels Posaders, de unos 70 metros cuadrados, ambas destinadas a la recepción de invitados.
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