Así lo dice El País, que ha mandado a los de Metroscopia por los campos de España, como missi dominici, a preguntar su opinión a los ciudadanos súbditos de Felipe VI.
La
situación en el reino se ha invertido, como ya señalamos en su día:
ahora hay un gobierno fuerte en Cataluña, con mayoría absoluta y el
gobierno de España está en funciones, mientras se aclara el turbio
panorama que dejaron las elecciones del 20D .
Según
tradición parlmentaria corresponde al partido más votado tantear sus
posibilidades en primer lugar. A Rajoy le parece injusto negociar cuando
está claro que debe gobernar el partido más votado, el suyo. Se le
antoja de sentido común. Lo otro, coaliciones que son un fraude.
No está mal para dicho por alguien que estuvo cuatro años gobernando
fraudulentamente pues lo hizo en contra del programa por el que los
ciudadanos-súbditos le habían votado. Por desgracia, eso del "partido
más votado" no significa nada en democracia parlamentaria en donde
gobierna quien tiene más diputados que, no se olvide, también significa
más votos, sumados.
Todos
los pactos posibles parecen ser imposibles. El de la gran coalición ha
sido desechado por el PSOE y también el tripartito estilo búnker. Queda el pacto de la izquierda, ese que Rajoy juzga contra natura.
Es término dentro de un orden: todo el mundo sabe que la izquierda está
siempre yendo contra la naturaleza y el orden cósmico. Es gente
rarísima: siempre quieren cosas antinaturales: divorciarse, abortar,
casarse con alguien del mismo sexo o de ninguno, y hasta quieren que los
hombres dejen de maltratar a las mujeres. Es gente rara, sí. Pero la
coalición no es dificil por cuestiones naturales sino políticas y
aritméticas. Podemos propugna un referéndum de autodeterminación en
Cataluña del que el PSOE no quiere ni oír hablar hasta el punto de que
su defensa implica romper toda posibilidad de diálogo. Si este asunto no
se resuelve, no puede haber pacto de izquierdas. Los otros posibles no
servirían para nada sin los 90 y/o 42 de Podemos más los 27 de las
franquicias. Tampoco merece la pena considerar un gobierno en minoría
del PP con apoyo del PSOE. Esa es la peor posibilidad para el PSOE,
peor, seguramente, que acudir a elecciones.
Evitar
las nuevas elecciones, parece ser el mensaje popular. Que contradice
los intereses de todos los partidos. Todos aspiran a mejorar sus
resultados, excepto el PSOE. Lógico que todos quieran las elecciones
excepto, claro, el PSOE y eso aunque los resultados previstos serían más
o menos similares a los actuales.
Los
catalanes han evitado las elecciones nuevas. No está nada claro que
vaya a suceder lo mismo en el Estado. La composición de gobierno es
mucho más difícil porque son más de dos polos en juego.
En
realidad, si no hay una conciencia de elecciones nuevas en España es
por la sospecha generalizada de que, digan lo que digan los sondeos, el
partido que aparezca como rompedor de los pactos, tendrá castigo en las
urnas.
Ese referéndum que debió haberse
celebrado hace años tropezó con la intransigencia centralista
de la oligarquía española, apoyada en esto (al igual que en otras
cuestiones, como la monarquía) por el PSOE. Este está animado del mismo
espíritu centralista pero disfrazado de jacobinismo, como si tal cosa
fuera más progresista que la negativa de la derecha caciquil y
nacionalcatólica a reconocer el caracter nacional de los territorios que
lo tienen.
Ese
referéndum que está siendo caballo de batalla en la esfera pública
española y, sobre todo, en las perspectivas para un gobierno de
coalición PSOE y Podemos. El referéndum, que Podemos, con notable,
aunque tardía clarividencia, defiende, es considerado por el PSOE como
impedimento absoluto para pactar nada. Se entiende está obsesión por el
temor a perder votos en España. Los socialistas llevan ya muchos
perdidos desde las elecciones de 2008 y, quizá por eso, actúa con esa
contundencia de nacionalismo español.
Pero esto es un error garrafal y el PSOE no está para andar cometiendo muchos. No es verdad (o ya no es verdad) que un referéndum y su inevitible explotación demagógica del PP a través del España se rompe
reste votos en España. Los tiempos han cambiado bastante; el electorado
español probablemente ya no responde al patrón, siempre imaginado por
la oligarquía y el clero, de gente simple, supersticiosa, cerradamente
católica, firme sostén del trono y el altar. Cabe hacer pedagogía del
derecho de autodeterminación en España. Lo ha demostrado Podemos y, si
hay elecciones anticipadas, lo demostrará más.
Carles
Puigdemont prevé un referéndum catalán sobre la nueva Constitución de
la República catalana. El referéndum está en boca de todos y todos
sabemos que, al final, habrá que hacerlo. Quizá si Pedro Sánchez
reflexiona un poco sobre el asunto, se libra del aliento centralista de
Rubalcaba y repara en que solo se oponen al referéndum los sectores más
arraigados, corruptos y caciquiles de la derecha española y los cuadros,
dirigentes y apparatchiquis del socialismo, pueda replantear el asunto
con una mentalidad algo más moderna.
Sería un buen momento para rectificar tanta baladronada de la más casposa gran nación española.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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