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martes, mayo 08, 2018

Las familias españolas vuelven a endeudarse para consumir más


MADRID.- Las familias españolas han vuelto a necesitar financiación en términos netos por primera vez desde el comienzo de la crisis. Se trata de una cantidad pequeña. Tan solo 3.063 millones de euros. Pero, según los datos del INE, en 2017 las rentas de los hogares no bastaron para afrontar sus compras de vivienda y consumo. Por eso, tuvieron que tirar de crédito o acudir a sus depósitos y activos ahorrados, tal como recoge hoy El País

Según las cuentas financieras del Banco de España, en 2017 las familias solo redujeron su deuda en 810 millones frente a los 46.000 millones recortados, por ejemplo, en 2013. Aunque las cantidades sean modestas —los pasivos de los hogares ascienden a 775.000 millones—, se aprecia un cambio de tendencia: las familias han concluido el fuerte proceso de ajuste de la deuda que iniciaron tras el estallido de la burbuja.
Las familias empiezan a aflojarse el cinturón. La crisis financiera cogió a los hogares en 2008 con un exceso de endeudamiento provocado por un mercado inmobiliario cuyos precios se habían disparado. Hasta el punto de que solo en 2007 llegaron a precisar en torno a 57.000 millones prestados. Las cifras eran mareantes. Justo en ese momento la economía española sufrió un abrupto recorte de la financiación exterior. 
Y la necesidad de restablecer la competitividad obligó a un ajuste en salarios y plantillas que sembró todavía más la incertidumbre. A marchas forzadas, las familias empezaron a amortizar sus hipotecas. Y la concesión de nuevo crédito inmobiliario se paró en seco. Durante esos años, los hogares llegaron a ahorrar unos 220.000 millones para bajar deuda.
 Sin embargo, los últimos datos del INE y del Banco de España reflejan que este proceso está empezando a perder fuelle. Tras casi una década, las familias volvieron a no cubrir con sus rentas lo que destinan a consumo e inversión. 
Para ello, tuvieron que recurrir, por una parte, a un incremento del crédito no hipotecario, que creció en torno a un 6%. Solo los préstamos para consumo se elevaron a un ritmo superior al 15%, según datos del supervisor.
Dos factores impulsaron este alto crecimiento de la financiación del consumo: por un lado, la mejora de las perspectivas económicas, que hace que los hogares prevean mayores ingresos en el futuro. Por otro, durante la crisis, fruto de la incertidumbre, se pospusieron numerosas compras de bienes de consumo duradero como electrodomésticos o automóviles que ahora sí que se han estado produciendo.
Aunque la cantidad concedida de hipotecas también creció con fuerza el año pasado, alrededor de un 15%, la amortización del crédito inmobiliario fue todavía mayor y el saldo existente se redujo un 2%. Además, las familias dispusieron de una parte de sus depósitos y activos ahorrados para financiar esas necesidades. Como resultado, la deuda no aumentó justo en esos 3.063 millones que recoge el INE. 
Según las cuentas financieras del Banco de España, el endeudamiento de los hogares no subió pero disminuyó muy poco: desde los 775.318 millones de 2016 hasta los 774.508 millones anotados en 2017. Una reducción de solo 810 millones en un año, una cantidad que se antoja muy pequeña si se compara con los recortes de deuda que se llevaron a cabo en los ejercicios precedentes: por ejemplo, en 2011 se redujeron los pasivos de las familias en unos 27.000 millones; en 2012, en 37.000; en 2013, en 47.000; en 2014, en 36.000; en 2015, en 24.000; y en 2016, en 13.000.
“Con la información disponible, parece que el proceso de desapalancamiento se está agotando. Parece un punto de inflexión”, afirma Rafael Doménech, economista de BBVA. Ya nada apunta que se vuelvan a dar fuertes bajadas como las que se registraron durante la crisis. En términos nominales, los pasivos podrían incluso seguir descendiendo. 
Pero los expertos señalan que en todo caso lo harían a velocidades muy suaves. En relación con el PIB, gracias al crecimiento económico que sube el denominador, la deuda podría continuar reduciéndose durante algunos años más.
Así las cosas, el endeudamiento de los hogares ya se sitúa cerca de los niveles europeos, en torno al 60% del PIB frente al 84% que se alcanzó en 2009. Como explica María Jesús Fernández, analista de Funcas, ahora mismo resulta inimaginable que, a medio plazo, el endeudamiento recobre cotas cercanas a las registradas en el pasado.
Según el INE, los hogares llevaban ocho años obteniendo capacidad de financiación, esto es, consiguiendo más renta de la que gastaban o invertían. En total, entre 2009 y 2016 acumularon la abultada cifra de 214.511 millones ahorrados, aproximadamente una cuarta parte del PIB que se destinó sobre todo a reducir endeudamiento. Pero, ¿a qué obedece este leve repunte de 3.063 millones en la necesidad de financiación? 
Como se aprecia en las cifras del INE, en 2017 las rentas de los hogares  engordaron en unos 14.000 millones mientras que el consumo subió en cerca de 25.000. Es decir, las rentas crecieron menos de lo que lo hicieron las compras. Y eso provocó que el ahorro se derrumbase.
Al comienzo de La Gran Recesión, la tasa de ahorro se disparó hasta máximos históricos, alcanzando el 13,4% de la renta disponible. Pero en los últimos años ha estado siguiendo el camino inverso: en 2017 descendió un 24% respecto a 2016, tocando el mínimo de la serie histórica en un 5,7% de la renta disponible, unos 40.000 millones de euros.
Ese dinero ahorrado el año pasado no fue suficiente para financiar los 43.000 millones que en 2017 las familias destinaron a inversión, o lo que es lo mismo: adquisición de vivienda. La inversión de los hogares aumentó un 18% sobre el año anterior. 
De ahí en buena medida la necesidad de financiación de las familias durante el pasado ejercicio. En definitiva, los hogares consumieron más, ahorraron menos y compraron más viviendas, lo que hizo que por primera vez en una década volvieran a precisar financiación.

Demasiado crédito acumulado en hogares con rentas bajas

Los datos del INE y del Banco de España marcan un cierto cambio de tendencia en la deuda de las familias. Aunque incluso podría seguir bajando algo, todo apunta a que empieza a estabilizarse en torno al 60% del PIB. 
Ahora bien, cosa distinta es el análisis que se debe hacer de esa deuda. Por una parte, las cifras del Banco de España señalan que todavía hay demasiada deuda concentrada en familias con rentas bajas, lo que todavía puede significar un problema. 
Sobre todo si los tipos de interés empiezan a subir teniendo en cuenta que buena parte de ese crédito está a tipos variables. Aunque las amortizaciones de hipotecas todavía estén dominando y sean mayores que la concesión de crédito inmobiliario, se corre el riesgo de que una parte de la población quede atrapada en esa deuda.
Como explica María Jesús Fernández, de Funcas, otra cuestión es si resulta conveniente para el conjunto de la economía que el desendeudamiento de las familias empiece a perder fuerza. La deuda exterior de España permanece ligeramente por encima del 80% del PIB. Se trata de unas cotas altísimas que hay que renovar y que exponen a España a cualquier vaivén de los mercados. 
Además, la deuda de las Administraciones Públicas es muy elevada. Y el envejecimiento de la población puede hacer que persista la presión sobre el gasto público. Máxime cuando en los próximos años comenzarán a jubilarse las primeras generaciones del baby boom español.
Cierto es que las empresas prosiguen con su reducción de pasivos a una velocidad inaudita, y eso compensa, en parte, lo que pueda suceder con el resto. Estas han pasado de necesitar endeudarse en unos 44.000 millones en 2008 a obtener unos 34.000 millones de liquidez anual en 2017. 
Gracias a esa capacidad de financiación, la deuda de las sociedades no financieras se ha desplomado en 285.000 millones desde 2009, rondando ahora un nivel sobre PIB similar a la media de países europeos. Eso sí, se ha producido en gran medida a costa de un ajuste laboral que sigue mermando las rentas de los hogares.

viernes, abril 13, 2018

Toda la banca abre de nuevo el grifo de financiación a las promotoras

MADRID.- El crédito a promotores fue, junto al hipotecario, el crédito estrella de la banca durante los años del boom económico. Sus crecimientos interanuales llegaron a sobrepasar el 30%. Pero la crisis financiera paralizó por completo esta actividad, cuya cartera de créditos destinado a la actividad inmobiliaria no ha hecho más que caer en picado desde entonces. Las amortizaciones seguirán durante varios ejercicios siendo superiores a las nuevas concesiones, explican los expertos. El crédito a actividades inmobiliarias se convirtió así en una financiación que ningún banco quería conceder, recuerda Cinco Días

El cambio de ciclo económico con crecimientos positivos, ha vuelto a dar un giro a este crédito y los bancos han decidido abrir nuevamente el grifo a la financiación. “La competencia se ha vuelvo bastante dura, pero los niveles de financiación no tienen nada que ver con los de los años previos a la crisis”, explican desde una entidad financiera. De hecho, en 2017 se financió unos 8.000 millones de euros en nuevo crédito, cifra muy lejana a la de los años 2000 a 2007, según datos del sector, ya que el Banco de España no da datos de crédito nuevo por sectores.
Estas mismas fuentes insiten “la competencia, no obstante, ha vuelto a ser muy fuerte. En 2018 todos los bancos han decidido entrar nuevamente en este segmento del negocio olvidado durante varios años”.
El primero en volver a financiar la actividad promotora fue Bankinter, que ya en 2014 comenzó a hacer sus pinitos en esta actividad prácticamente en solitario. En 2015, ya con el cambio de ciclo económico confirmado y tras detectarse una demanda ya en las principales ciudades como Madrid, Barcelona de familias de renta media alta, volvieron a recuperar esta actividad CaixaBank y Banco Sabadell. Sus clientes eran en gran parte fondos de inversión.
Sabadell decidió entonces crear una unidad independiente inmobiliaria. Su presupuesto para financiar esta actividad promotora se acercaba a los 800 millones de euros, cifra que pasó a ser de 1.300 millones un año después y de más de 2.000 millones en 2017, tras abarcar también la financiación en la zona de influencia de CAM, es decir, la Comunidad Valenciana.
Para este año, ya llevan más de 580 millones de euros formalizados en créditos a promotores hasta marzo, con lo que la cifra de crédito para el presente ejercicio puede superar los 2.500 millones de euros.
Las cifras de Bankinter son más limitadas, ya que no concede más de 20 millones de financiación a un proyecto, explica un experto del sector inmobiliario. Mientras que CaixaBank parece no tener problemas para financiar ladrillo, siempre controlando el riesgo. Así, en 2017 firmó financiación por unos 2.300 millones de euros, por lo que este año no sería extraño que se acercase a los 2.800 millones, añaden las mismas fuentes, aunque en la entidad son prudentes, y aseguran que, de momento, el presupuesto que tienen para la financiación de promotores es prácticamente la misma de 2017.
BBVA volvió a entrar en este negocio en 2017. Sus principales zonas de competencia son Alicante, Valencia y Baleares, explican fuentes inmobiliarias.
Santander como Bankia han esperado a este año para reiniciar sus préstamos a promotores. Santander se ha incorporado a esta financiación en 2017, pero ha sido este año donde “te lo puedes encontrar de forma muy activa en varias de sus territoriales, y sin límite para financiar en esas zonas”, explica un promotor.
En el caso de la entidad que preside José Ignacio Goirigolzarri su vuelta a la financiación del ladrillo se produce tras haber superado ya el lustro desde que Bruselas le concedió ayudas públicas. El veto para conceder préstamos a promotores era uno de los condicionantes impuestos por Europa tras sumar 22.424 millones de euros de dinero público en su capital.
Ahora, sin embargo, ha decidido entrar de nuevo y aspira a tener una cuota del 7% en tres años, según fija su plan estratégico 2018-2020. Para ello, su objetivo es conceder financiación por unos 450 millones anuales.
Otro de los actores que también han entrado, aunque su financiación es muy inferior a la de la gran banca es Abanca. La entidad gallega, sin embargo, es una de las más agresivas en precio, según coinciden varias fuentes, lo que se puede permitir, explica un analista, por su escaso riesgo inmobiliario, ya que como el resto de la banca nacionalizada durante la crisis financiera, traspasó sus activos vinculados al ladrillo a la Sareb.
Kutxabank también ha decidido, aunque todavía tímidamente, salir de su territorio natural y “ya se le puede encontrar en otras regiones española financiando. Aunque en su caso su estrategia pasa por comprar las hipotecas de promociones con precios bajos”, explican fuentes inmobiliarias. Ibercaja también comienza a entrar en este negocio, pero, al parecer solo financia las obras vinculadas a su balance. 

Otras claves

Exposición. Goldman Sachs calcula que la exposición inmobiliaria de Bankinter (créditos más inmuebles) es del 3%, mientras que el caso de CaixaBank llega al 11%, y BBVA España tiene el 13%. Bankia-BMN, tras pasar sus activos tóxicos a Sareb tiene una exposición inmobiliaria muy baja, del 4%. En el caso de Santander ronda el 10%.
Exigencias. El nivel de preventas que reclaman las entidades financieras a las promociones antes de concederles financiación se encuentra entre el 40% y el 50%.
Tipos de interés. La banca ofrece tipos de interés del 2,5% al 2,75%, aunque hay ofertas agresivas menores al 1,5%.
El crédito promotor sumaba en 2017, según el Banco de España, 109.998 millones, frente a los 298.989 millones de 2011

domingo, noviembre 24, 2013

El Gobierno justifica el "celo" de las entidades financieras a la hora de conceder crédito a pymes

MADRID.- El Gobierno español cree que el "celo" que están mostrando las entidades financieras a la hora de conceder crédito a las pequeñas y medianas empresas está justificado, recordando que su función es "la concesión de financiación a la demanda solvente" para no poner en riesgo su propia estabilidad.

   Así lo señala en respuesta al diputado de la Izquierda Plural (IU-ICV-CHA) por Asturias, Gaspar Llamazares, quien en una pregunta parlamentaria criticaba que los bancos se "preocupen más de la posible morosidad de los beneficiarios que de la concesión de créditos" e instaba al Ejecutivo a tomar medidas para que la liquidez llegue a pymes y microempresas, proponiendo por ejemplo un fondo estatal de microcréditos gestionados por el Instituto de Crédito Oficial (ICO) con la ayuda de las entidades nacionalizadas.
   En su respuesta, el Ejecutivo recuerda que las entidades financieras deben conceder crédito a proyectos solventes, más si cabe en el caso de los bancos nacionalizados, que tienen que ajustar sus decisiones a los planes de reestructuración aprobados por la Comisión Europea (CE).
   "Un celo insuficiente respecto de la solvencia de sus clientes podría aumentar las ratios individuales de morosidad, comprometiendo de nuevo su grado de capitalización y, en última instancia, su valor de mercado y los recursos que pueda recuperar el contribuyente ante una eventual venta por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB)", añade el Gobierno.
   El Gobierno también defiende las altas garantías patrimoniales que exigen los bancos para acceder a las líneas ICO, recordando que el instituto está sujeto a una normativa de equilibrio financiero y que "cualquier quebranto" que se produjera en sus cuentas por sufrir un "elevado número de préstamos impagados debería ser compensado con cargo a los Presupuestos Generales del Estado", lo que implicaría "distribuir el coste de una mala gestión financiera entre todos los contribuyentes".
   "Cabe destacar que se han modificado los términos de colaboración entre las entidades de crédito y el ICO para aumentar los incentivos de las primeras a intermediar y consumir las líneas de mediación", añade la respuesta parlamentaria.
   Asimismo, no ve "oportuno" crear un fondo como el que propone Llamazares dado que "no existe ningún importe mínimo para las operaciones" que pueden financiar las líneas de mediación del instituto, por lo que "los microcréditos a autónomos y emprendedores pueden ser actualmente tramitados".
    En otra respuesta parlamentaria, dirigida en este caso al diputado de CHA, Chesús Yuste, el Gobierno argumenta por qué no se potencia la actividad del ICO obteniendo dinero barato del Banco Central Europeo (BCE) para prestarlo a las administraciones públicas y a las empresas con el objetivo de conseguir que fluya el crédito.
   En el texto, el Gobierno recuerda que la gestión del ICO debe ser "sólida" e "integral" en todo lo que se refiere a los riesgos que asume, lo que es particularmente importante en relación con las refinanciaciones de créditos, con las que se debe "asegurar en todo momento un adecuado equilibrio entre los plazos de la actividad de préstamo y los de la financiación".
   Sin embargo, los préstamos del BCE son a corto plazo, de unos tres meses como máximo, por lo que la financiación sistemática de las operaciones del ICO (de medio y largo plazo) por esta vía provocaría "un notable riesgo" para su balance, lo que podría incluso "afectar a la capacidad del instituto para poder seguir ofreciendo de forma recurrente financiación al tejido productivo en condiciones preferentes".
   No obstante, el Gobierno recuerda que en diciembre de 2011 y febrero de 2012 el ICO accedió "de forma puntual" a una operación excepcional de crédito del BCE con plazos de tres años, atendiendo tanto al coste de la financiación como a que "no implicaba riesgo de refinanciación ya que un plazo de tres años casa adecuadamente con el vencimiento medio de las operaciones de préstamo" del instituto.

martes, mayo 21, 2013

Fitch avisa de que las cajas rurales no son "inmunes" a la situación de España

LONDRES.- La agencia de calificación crediticia Fitch Ratings ha destacado la resistencia mostrada por las cajas rurales españolas en los últimos años, aunque ha advertido de que estas entidades no son "inmunes" a la situación que atraviesa España y deberían aplicar medidas de racionalización de costes para mantener su rentabilidad.

   Fitch recuerda que ya confirmó el pasado 6 de mayo los ratings de las cuatro entidades, manteniendo la calificación 'BB' para Grupo Cooperativo Cajas Rurales Unidas y la nota 'BBB' para Laboral Kutxa, Caja Rural de Navarra (CRN) y Grupo Cooperativo Ibérico de Crédito.
   "El comportamiento de las cuatro cooperativas crediticias evaluadas por Fitch ha seguido siendo resistente, apoyado por sus fuertes franquicias regionales, que están enfocadas en las zonas rurales", explica la agencia en un informe sobre estas cuatro entidades.
   En esta línea, subraya que también se ha beneficiado de una adecuada calificación, una base de depósitos estable, unos libros de préstamos granulares con una exposición relativamente limitada al problemático sector inmobiliario y un enfoque prudente a la gestión de riesgos.
   Sin embargo, Fitch advierte de que estas cuatro cajas rurales no son "inmunes" a la recesión a la que se está enfrentando España, y apunta que los bajos tipos de interés y el entorno recesionista en España continuará poniendo bajo presión sus beneficios. Por ello, considera "crucial" para apoyar la rentabilidad de sus negocios en este entorno que se implementen medidas de racionalización de los costes.
   En este línea, apunta que aunque las entidades registraron un crecimiento de los ingresos antes de impagos en 2012, los elevados cargos por desvalorización de préstamos aplicados para cumplir con las exigencias de provisiones han provocado unos menores beneficios.
   Por otro lado, Fitch recuerda que las cooperativas de crédito han jugado un papel "activo" en el proceso de consolidación del sector bancario español, con tres de estas cuatro entidades implicadas en procesos de integración en 2011 y 2012, y cree que la reestructuración del sistema ha abierto "oportunidades" a estas entidades. que no han necesitado ayudas públicas.