El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dijo hace días que sería «pronto». Pero esa ansiada prontitud se ha topado con unos indicadores epidemiológicos que marcan un estancamiento en la reducción de contagios, cuando no un repunte, con lo que proliferan las llamadas a la prudencia.
«Tenemos que ser ordenados, sensatos y hacer una desescalada con mucho sentido común», dijo el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, después de que su consejero de Salud, Jesús Aguirre, pidiese «un poco más de precaución a la hora de retirar la mascarilla en interior», porque después de «una tendencia claramente descendente y mantenida» ahora se ve «una tendencia de línea plana con dientes de sierra».
«Hay diferentes factores que hacen que el número de contagios aumente, pero la relajación de las medidas en general hace que todos nos relajemos y no mantengamos las medidas de antes, por eso insistimos en la necesidad de mantener la seguridad, sobre todo en interiores», apuntó en el mismo sentido Patricia Gómez, la consejera de Baleares, donde están «muy atentos» para comprobar si el incremento de contagios «es una tendencia puntual o no».
Su homólogo asturiano, Pablo Fernández, va más allá y dice que ninguna comunidad ha planteado formalmente en las últimas reuniones la retirada de la mascarilla en interiores. «Nadie está presionando para ello», dijo Fernández, para quien «el peligro de que llegue una variante que suponga una nueva onda epidémica existe».
La ministra de Sanidad, Carolina Darias, durante su visita a Santiago de Compostela, se limitó a repetir que «cada vez queda menos» y a reseñar que los datos de presión hospitalaria, que ahora son los que tienen el peso fundamental en la gestión de la pandemia, se mantienen contenidos.
En Galicia, el conselleiro de Educación, Román Rodríguez, dijo en un acto en Vigo que le gustaría que en los colegios se eliminase «cuantos antes, al igual que en el conjunto de la sociedad», aunque incidió en que es una decisión que depende de criterios sanitarios y su consellería en ningún caso va a actuar al margen.
Eso sí, se hizo eco de las declaraciones de su compañero en el Gobierno autonómico, el titular de Sanidad, Julio García Comesaña, quien apuntó que esa eliminación se podría llevar a cabo «muy pronto» si la situación epidemiológica continúa mejorando.
ero Comesaña se refería solo a los patios de los colegios, en los que Galicia es la única comunidad que mantiene la recomendación el uso de la mascarilla, y no al interior de los centros. De hecho, ese será uno de los asuntos que analice el comité clínico del Sergas en su reunión próxima, después de que la Xunta ligase su retirada a la evolución de la vacunación de los niños de 5 a 11 años. Un grupo en el que la comunidad tiene la incidencia de covid más alta de toda España.
La cuestión no resulta baladí, porque después de los numerosos estudios y testimonios de expertos que inciden en que la mascarilla entre los niños pequeños produce más perjuicios que ventajas, HM Hospitales dio un dato que apunta en el mismo sentido. Este grupo sanitario privado ha detectado desde mayo de 2020 un aumento del 20 % en el número de primeras consultas por problemas en el habla de los niños.
«La mascarilla está impidiendo que los pequeños que se encuentran inmersos en pleno proceso evolutivo del habla puedan imitar los movimientos de los labios y los sonidos que escuchan, algo que resulta fundamental a la hora de construir el lenguaje», explica Sita Pastor, logopeda del Hospital HM Nens de Barcelona.
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