El grado de corrupción de España lo mide la última noticia sobre Ana
Mato. Al parecer, asistió a la final de no sé qué importantísimo torneo
de tenis en Nueva York en el que jugaba Rafa Nadal cargando el precio de la entrada (unos 940 €) al presupuesto de su ministerio;
es decir, al bolsillo de todos los españoles, raza sufrida que, entre
otras ignominias, tiene que pagar los caros asuetos de unos gobernantes
incalificables. La noticia muestra el grado de corrupción y, lo más
grave, de tolerancia y aceptación social de la corrupción.
Según parece lo que Mato ha cargado al erario público ha sido todo: la entrada al Open, el viaje y el hotel en Nueva York. Les importa un comino. Ellos han ganado las elecciones para robar y es lo que están haciendo a mansalva. 328 chupones llevaron a Buenos Aires a hacer el ridículo, a beber, comer y divertirse a costa de los españoles a los que se les recortan los salarios, las medicinas y las pensiones. Esto no es un gobierno sino una panda de sinvergüenzas y parásitos.
Según parece lo que Mato ha cargado al erario público ha sido todo: la entrada al Open, el viaje y el hotel en Nueva York. Les importa un comino. Ellos han ganado las elecciones para robar y es lo que están haciendo a mansalva. 328 chupones llevaron a Buenos Aires a hacer el ridículo, a beber, comer y divertirse a costa de los españoles a los que se les recortan los salarios, las medicinas y las pensiones. Esto no es un gobierno sino una panda de sinvergüenzas y parásitos.
Exactamente, ¿qué cree esta señora que significa ser ministra? Es verdad que Mato desmiente la noticia, pero no aporta prueba alguna de haber pagado la entrada
y, vista la afición de la dama a que los contribuyentes le paguemos
hasta los cumpleaños de sus hijos, el asunto es alarmante. Lo grave de
la situación, lo que indica la desmoralizacion de nuestra sociedad, la
destrucción de los valores democráticos más elementales, no es ya que
Mato no haya dimitido, ni siquiera que Rajoy no la haya destituido; lo
grave es no haya masivas peticiones de dimisión. En ningún país
democrático se toleraría una ministra como Ana Mato, cobradora de
sueldos barcénigos, beneficiada reiteradamente por la trama Gürtel y
gorrona del erario público. En ninguno. Lo sabemos todos.
Lo sabe el mismo Rajoy. Claro que en ningún país democrático del mundo
se toleraría un Mariano Rajoy de presidente del gobierno. En ninguno. Y
ya no se hable del clima general de corrupción que el PP ha instalado en
el país y del cual nos hacemos una idea hilando nombres que tienen que
ver con ella directa o indirectamente, además del de Mato: su marido,
Sepúlveda, el albondiguilla, El bigotes, El curita,
Bárcenas, Correa, Matas, González, Cospedal, Arenas, Cascos, Rajoy,
Aznar, Fabra, Baltar, Castedo, Urdangarin, veinte años de financiación
ilegal. Han destruido la fibra moral de la sociedad. Si la alcaldesa
Botella ha gastado dos millones de euros públicos en comprar la
mediación de un conseguidor para que le dieran a Madrid unos
juegos que Madrid no merecía o si el gobierno se apresta a cambiar la
ley antitabaco para propiciar la radicación de algo como Eurovegas, eso
quiere decir que la soberanía del parlamento, la supremacía de la ley,
la base moral de la democracia, les importan un rábano. Que han
destruido la moral pública de la sociedad.
Este gobierno se ha cargado, a fuerza de despreciarlas, las convenciones normales del Estado democrático de derecho en cuanto a responsabilidad y rendición de cuentas de lo gobernantes. Rajoy no cree que deba dar cuenta de sus actos, ni explicar su decisiones (ni niquiera informar sobre ellas), ni disipar las sospechas y acusaciones en sede judicial de ser un presunto corrupto. Su política consiste en bloquear la oposición parlamentaria, censurar la información y manipular los medios públicos de comunicación a su servicio, obstruir la acción de la justicia, cuando no presionarla, y sofocar la protesta ciudadana con intimidaciones y una intensa represión policial. Es decir, ha destruido las formas y procedimientos democráticos que quedaban en el país. Formalmente, España es una democracia; materialmente, vuelve a ser una dictadura.
Quedaba al gobierno pendiente el capítulo de la agresión al sistema de pensiones y lo perpetró ayer al aprobar la medida que las desvincula del IPC, con lo que condena a lo pensionistas al empobrecimiento progresivo. Era el último clavo en el ataúd del Estado social, que también han destruido: el régimen jurídico laboral, la sanidad, la educación, las prestaciones sociales no son ni sombra de lo que eran.
Ahora ya tienen las manos libres para provocar similar destrozo en el Estado desde le punto de vista territorial. La política de Rajoy en relación a Cataluña ha sido la que ha acelerado el movimiento soberanista/independentista. Precisamente quienes acusaban a Zapatero de romper España son los que, por atender a sus propios intereses ideológicos y materiales (y los de aquellos en favor de quienes gobiernan) han llevado a España a esta situación de ruptura.
((Breve digresión sobre ideología e intereses. Pueden ir unidos o no, según conveniencia. Por ejemplo, CiU, teóricamente enfrentada al gobierno y el PP en el sacrosanto asunto del dret a decidir, vota con aquel en favor de una Ley de transparencia que solo cabe considerar como un sarcasmo. ¡Una ley de transparencia de un gobierno cuyo presidente es sospechoso de corrupción! Ahí hay un interés común del PP y CiU.)) .
Frente a la efervescencia independentista, que ha dado pruebas suficientes de fuerza, arraigo social, carácter abierto, democrático, pacífico, que cuenta con grandes simpatías en todo el mundo (incluida España), la respuesta del nacionalismo español, analizada ayer por Palinuro (La respuesta) ha sido un NO cerrado, aunque con distintas músicas: Rajoy, como siempre, refugiado en el silencio; García-Margallo diciendo cosas sin sentido; Sáenz de Santamaría añadiendo vaciedades; y los matones más o menos a sueldo repartiendo estopa al grito de "¡Cataluña es España!", con el cual, sin duda, habrán convencido a muchos catalanes. Y esto no es más que la punta de lanza de la campaña de feroz anticatalanismo que se avecina, incluidas las amenazas procedentes de los cuartos de banderas.
Resumiendo: han destruido la moral pública, la democracia, el Estado social y la convivencia territorial de los Españoles. Se han cargado España y les quedan dos años de legislatura. Cuentan con una oposición que no es tal, en parte porque no puede y en parte porque no sabe o no se atreve. Ello les añade un sentimiento de impunidad que puede ser peligroso porque son muy agresivos. Después de haberlo desspreciado durante mes y medio, Rajoy va a contestar la carta de Mas diciéndole, claro, que NO, pero que, si quiere unas perras más, pueden entenderse. Mientras tanto, las bandas fascistas se crecerán y la situación se deteriorará mucho.
Está claro que las elecciones de 2015 serán decisivas. Si las gana la izquierda, como es posible, dado el rechazo provocado por el PP, tendrá que deshacer todo el destrozo causado por la derecha. Tendrá que devolver los derechos a todos los ciudadanos. Una perspectiva que horripila a las clases dominantes, empresarios, banqueros, curas, enchufados y vividores de la política. Tanto que ya hay quien barrunta que no habrá elecciones en 2015 ni en los años siguientes. Palinuro no comparte esta opinión pues tiene confianza en que Europa no permitirá una deriva dictatorial (más dictatorial, ya claramente dictatorial) de la derecha en España. Pero lo fía a Europa porque a la derecha, sin duda, ganas no le faltan.
(*) Catedrático de Ciencia Política en la UNED
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