VALLADOLID.- El obispo de Santander, Manuel Sánchez Monge pidió perdón para esos científicos que “no saben lo que hacen cuando juegan con la vida humana como si fuera un producto que se puede manipular, transformar, vender o alquilar”; tampoco esos “sabios” que en sus laboratorios que “ya pueden clonar al ser humano privándole de su verdadera naturaleza de hombre libre y de criatura nacida del amor entre un hombre y una mujer”.
Citó,
igualmente, a los que trafican con los seres humanos, incluso con los
niños, “que tampoco saben lo que hacen cuando los arrojan en miserables
pateras al mar, expuestos a todos los peligros con la única esperanza de
dejar atrás un pasado de hambre, de violencia y de muerte; muchos de
ellos, demasiados, acabarán en el fondo del mar, convertido así en el
más cruel de todos los cementerios”.
Y por último, añadió, “no saben lo que hacen esos políticos corruptos
que anteponen su codicia a la búsqueda del bien común; los que halagan
los más bajos instintos con la demagogia y el populismo olvidándose de
que la verdad no puede ser ni tergiversada ni camuflada; los que sólo
buscan el poder para servirse de él y no para servir al pueblo del que
provienen”.
Sánchez Monge, natural de Fuentes de Nava (Palencia) recordó en la
Primera Palabra, ‘Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen’, fue
el mitrado más reivindicativo que en el resto. “Jesús no pide a Dios,
juez supremo, que haga justicia ante la injusta muerte de un inocente
como es él. Clavado en la cruz se dirige a Dios para pedirle que otorgue
su perdón a quienes le han crucificado”, explicó el obispo de
Santander. A su juicio, Jesucristo perdona “nuestros muchos y graves
pecados porque también los hombres y mujeres de hoy no sabemos lo que
hacemos”.
Sánchez Monge se refirió a la segunda palabra, ‘Y Jesús le dijo (al
buen ladrón): en verdad te digo hoy estarás conmigo en el paraíso’.
“Jesús no promete un paraíso virtual, promete el paraíso a quien pasa
por la cruz, a quien asume con fe y humildad la fragilidad de la vida y
la verdad de la propia existencia”, sostuvo. Por eso, la cruz,
“instrumento de tortura y lugar de sufrimiento, es puerta del paraíso y
promesa de salvación”. La respuesta de Jesús al “buen ladrón es aliento
de vida en el momento último de la muerte”.
“Es vida prometida al
pecador arrepentido”, argumentó, según la Cadena SER.
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