Ese día, el presidente de la comisión de comunicaciones de la Duma, Alexander Khinshtein, quien también es subsecretario del partido Rusia Unida de Putin, intervino de inmediato. "Es absolutamente falso", zanjó. Para luego precisar que Gavrilov, con quien dijo haber hablado, había renunciado porque "ya había alcanzado el mínimo de 20 años de servicio tras los cuales puede jubilarse".
Una explicación que parece más una confirmación del cese. Más aún teniendo en cuenta que, en medio de una guerra o una "operación especial" con miles de sus hombres comprometidos al otro lado de la frontera, es raro que un general piense en irse.
La noticia la dio Christo Grozev, periodista de la web internacional de investigación Bellingcat, a quien tres fuentes independientes confirmaron la información: "fue detenido por el FSB o por filtrar información militar o por robo de combustible".
El pasado 11 de marzo el hacha ya cayó sobre las cabezas de Sergej Beseda y Anatolij Bolyukh, dos superespías que parecen estar bajo arresto domiciliario, según el conocido experto en asuntos militares rusos, Andrei Soldatov, recogido por el medio meduza.io.
Sergej Beseda era el jefe del departamento 5 del FSB, principal sucesor de la KGB, y Anatolij Bolyukh, es -o fue- su adjunto. Éste era el Departamento de Información Operativa (Doi), creado por el propio Putin cuando era jefe del FSB en los años 90.
El espionaje exterior ya era una prerrogativa del SVR (antigua dirección del KGB) y del GRU, el servicio de inteligencia militar. Pero Vladimir Vladimirovich quería tener sus "ojos" sobre todas las operaciones de inteligencia en las antiguas repúblicas soviéticas que se independizaron a partir de finales de 1991.
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