jueves, abril 21, 2022

El fin de la mascarada / Enrique de Diego *

Mientras el ejército ruso sigue su ofensiva en el Donbass y Zelenski continúa cada día más bufón del globalismo, mientras se da pasto y ganancias al complejo industrial-militar en forma de ayuda al ejército nazi-ucraniano, mientras se expropian y confiscan bienes de ciudadanos por el mero hecho de ser rusos.

 Mientras el ciudadano español puede darse cuenta de que en esa guerra civil que empezó en 2014 no influye en los acontecimientos y que sirve como escusa para que esta cúpula política se de un barniz de moralina vacua que esconda sus abortos y sus eutanasias, sus ataques a la población con la inyección letal, mientras la guerra Ucrania-Rusia ha sido un fuerte contratiempo para el globalismo de modo que por arte de birlibirloque ha desaparecido el bichito de Wuhan. 

Lo que muestra palpablemente que siempre fue cuestión de propaganda interesada, y se ha solapado la ofensiva por el timo climático, donde únicamente ataca con el veganismo criminal para la salud Burger King, con la añadida torpeza de agredir a los sentimientos cristianos con su publicidad blasfema.

Mientras en el gran teatro del mundo el globalismo se bate en retirada y ha empezado la contraofensiva en Estados Unidos y Canadá, mientras Elon Musk ha roto el frente enemigo por las redes sociales, el pueblo ha dado una soberana muestra de fervor religioso y que cuando los políticos no cercenan el turismo estén abarrotas las plazas hoteleras. 

La Semana Santa ha demostrado su fuerza. Tras dos años de patochada satánica, ha rebrotado con fuerza inusitada, para sorpresa de propios y extraños, con multitudinarias procesiones, a reventar, mostrando lo mejor del pueblo español.

Igualmente, la economía ha revivido en el sector turístico sin mendaces pases covid y se han llenado hoteles, restaurantes y cafeterías. Un taxista valenciano comenta alborozado que han vuelto en gran número los ingleses en busca del sol español. De pronto, todo el mundo puede haber visto como los confinamientos y los confinamientos perimetrales fueron un ejercicio impostado del peor totalitarismo para sembrar el pánico en la gente, conseguido a fuer de asesinar ancianos en la Uci's y en las residencias. 

Se han perdido dos años por el capricho de todos los partidos políticos y sus amos globalistas; dos años de actividad económica al ralentí, de destrozos en el sistema productivo, en el poder adquisitivo de los españoles, de los que va a ser difícil recuperarse; dos años en que podían haber estado los bares, cafeterías, restaurantes, ocio nocturno, hoteles, casas rurales, playas, chiringuitos, a pleno rendimiento. Todo ha sido una mascarada terrible.

No son obligatorias desde el día 19 las mascarillas que nunca debieron existir, que han producido daños en nuestros escolares, que han producido temor en los ancianos. ¿Por qué no el día 18? Un Gobierno de mendaces y asesinos que decide quitar las mascarillas pero que no se decide a declarar terminada la pandemia, quizás porque nunca empezó. 

Unas mascarillas, que como sentenció Manuel, mi peluquero, sólo sirven para que no te pongan una multa. Pura coerción del Estado con su arbitrario de su monopolio de la violencia. La Policía convertida en una panda de macarras abusadores del Derecho. El pueblo se ha adelantado a la medida. En las procesiones no se ha visto un cubrebocas. Pero de esta mascarada genocida tendrán que pagar muy caras sus consecuencias los culpables.

 

(*) Periodista

http://ramblalibre.com/2022/04/21/carta-del-editor-el-fin-de-la-mascarada/

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