sábado, abril 20, 2013

El editor de Prensa Pitiusa alega que cobró simples informaciones como anuncios por error de un programa informático

IBIZA.- Antonio Planells Riera, propietario de la sociedad editora del semanario Prensa Pitiusa, entregó el pasado 4 de abril en el Ayuntamiento de Ibiza un escrito –recibido por la alcaldesa un día después– en el que asegura que todas las facturas que presentó en 2012 contenían un error: aunque en cada una de ellas exigía 6.392,06 euros en concepto de «anuncios» aparecidos en ese medio, en realidad esa cantidad tendría que haberse justificado «por los trabajos realizados en materia de comunicación». 

Planells admite que el concepto de ´anuncios´ que aparece en las facturas «desvirtúa y confunde las prestaciones realizadas» por el semanario, recoge 'Diario de Ibiza'.
¿Y cómo pudieron facturar por anuncios cuando estos no existían? La explicación que da Planells es rocambolesca y pasará a los anales. Planells explica en el escrito que «tras la verificación de las facturas» hallaron «un error conceptual de carácter involuntario».
 «Esto es debido –alega el dueño de ese medio y de TEF– a que el programa de facturación con el que trabajamos tiene establecido un código predeterminado a la hora de facturar que fue erróneamente reconfigurado; ello derivó en un evidente error de tipo humano, mecánico y sistematizado en diferentes facturas posteriores emitidas a este Ayuntamiento [de Ibiza]».
Pone como ejemplo de su buen hacer la factura emitida en febrero, la primera, donde «el concepto está bien reflejado de acuerdo a los servicios prestados». En ella se piden 6.392 euros por «producción, realización y publicación de reportajes informativos». Sin embargo, en el informe de intervención se advierte de que esa factura, con registro de entrada el 20 de marzo de 2012 y firmada por la segunda teniente de alcalde, Lina Sansano, fue registrada en el Consistorio «en concepto de publicidad».
Para justificar esa factura de febrero, Prensa Pitiusa presentó como «producción, realización y publicación de reportajes informativos», un artículo sobre la concesión del premio Ramon Llull a la Federació de Colles de Ball Pagès y a Aires Formenterencs, otro de autobombo de la TEF, una entrevista a Myriam Valladolid (justo la edil de PREF que ha dejado en minoría a la alcaldesa) y una página de breves en la que en ningún momento se menciona al municipio de Ibiza o la información está relacionada con esa localidad.
Las fotocopias adjuntadas el resto del primer semestre de 2012 como justificantes para reclamar más de 6.392 euros al mes son otro alarde de que el concepto «trabajos realizados en materia de comunicación» es un cajón de sastre: «Sin gluten, por favor», un reportaje sobre celiacos, es uno de los artículos que avalan la factura de mayo, en la que hay otros sobre el aniversario de la muerte de Marià Villangómez, el certamen de la Moda Adlib (celebrado en un hotel de Platja d´en Bossa, en el municipio de Sant Josep), y el no va más, un reportaje a página entera sobre los sombrajos en las playas de Formentera, quizás otro «error conceptual involuntario» de la editora, que en este caso pide a Vila que pague por una información sobre la pitiusa menor. Eso al margen de si una Administración debe pagar a un medio por la simple información que publica (la misma que publican los demás medios de la isla sin contraprestaciones).
El semanario no se cortó tampoco a la hora de presentar en abril los justificantes para el cobro de 6.392 euros mensuales (siempre la misma y exacta cifra, la misma que, curiosamente, cada mes reclama la TEF a Vila). Es más, rizó el rizo al entregar no uno, sino tres reportajes sobre Formentera para que los pagara Vila: uno se titulaba ´Descubriendo la prehistoria´ y trataba sobre la campaña de excavaciones en es Cap de Barbaria; el otro recordaba los 30 años del Club Dojo de Formentera, y el tercero contaba cómo sería la celebración de Sant Jordi en esa isla.
Prensa Pitiusa amortiza por partida doble cada una de esas informaciones formenterenses, pues llevan faldones publicitarios: de una naviera y de una empresa de aire acondicionado. En el caso del reportaje del gluten, el anuncio correspondía a una clínica dental, y en el de la Moda Adlib, a una empresa de reciclajes, una clínica que emite certificados médicos y una productora audiovisual.

No hay comentarios:

Publicar un comentario