MADRID.- Exteriores ha frenado, tras el cambio de Gobierno, el nombramiento de
más 40 embajadores de España en distintos países que tendrían que
haberse plasmado antes del verano. Muchas de esas designaciones podrían
desbloquearse en unos meses porque atañen a diplomáticos muy
experimentados destinados a ocupar puestos denominados profesionales,
sin particulares significaciones políticas. En las embajadas más
políticas o de mayor relevancia sí habrá renovación. Y se busca encaje
para toda la cúpula de Exteriores del anterior Gabinete del PP que han
pedido también encabezar una embajada, adelanta hoy El País.
La
peculiar situación política que se ha vivido en España en los últimos
dos años, desde el parón institucional entre 2015 y 2016 con el Gobierno
en funciones a las sucesivas campañas electorales, ha afectado también a
un cierta sensación de interinidad en casi un centenar de las 128 embajadas de que dispone el Ministerio de Exteriores
para realizar su trabajo. Decenas de embajadores fueron primero
prorrogados en sus destinos y luego los relevos se han ido ajustando a
cuenta gotas en los últimos meses. Este año tocaba, en teoría, renovar
46 embajadas.
La primera tanda de cambios se resolvió en febrero pasado cuando al
anterior jefe de gabinete del presidente Mariano Rajoy, el diplomático
Jorge Moragas, se le concedió la representación ante Naciones Unidas, en
Nueva York, y como consecuencia se envió a su antecesor en ese puesto,
Román Oyarzun, como embajador en Dinamarca. Este pasado mes de mayo se
tramitaron otros nuevos embajadores en Hungría (Anunciada Fernández de
Córdova), Bosnia-Herzegovina (José María Valdemoro), Nueva Zelanda
(Fernando Curcio) y Malta (Consuelo Femenía, la mujer del actual
ministro Pedro Duque).
La idea del anterior ministro, Alfonso Dastis, era despejar ahora, en
junio, el resto de los 40 embajadores pendientes. Aunque no está fijado
por una norma estricta, y el reglamento que regula la carrera diplomática lleva años paralizado,
la tradición es impulsar el cambio de embajadores y puestos
diplomáticos antes del verano para facilitar gestiones familiares y
escolares. No será así.
El relevo previsto se ha bloqueado tras la llegada hace casi un mes
de Josep Borrell al departamento de Exteriores, que se ha tomado su
tiempo para confeccionar su equipo y que ha estado la mayoría de esta
etapa fuera de España por viajes oficiales. Durante este verano, en
cualquier caso, se podrían clarificar las ratificaciones de la mayoría
de los embajadores ya programados para puestos de carrera (como
Filipinas, Kuwait, Namibia, Cabo Verde, Países Bajos, Chipre, Túnez,
Nicaragua, Haití, Paquistán, Zimbabue, Gabón o Kazajistán) que son más
de la mitad de los 40 destinos que quedan pendientes de oficializar.
Los problemas de encaje para Borrell se suceden para cuadrar en
primer lugar su interés por ubicar en algunas embajadas clave a
embajadores de su confianza y de mejor sintonía ideológica con el
ejecutivo socialista de Pedro Sánchez, especialmente en las grandes
representaciones internacionales. Borrell, además, pretende solventar
bien los compromisos adquiridos con los anteriores altos cargos de
Exteriores que son diplomáticos.
La subsecretaria había gestionado por su lado también casi todos los
trámites para revisar la situación de varios embajadores que estaban en
la última fase previa a ser nombrados, con el plácet o visto bueno
concedido ya por los Gobiernos de los países donde iban a ser
destinados.
El exministro Alfonso Dastis, veterano diplomático, es el que más
fácil lo ha puesto para su reubicación. Ha hablado ya con su sucesor y
no ha demandado un destino concreto. Sí ha comunicado que le gustaría
ser enviado como embajador no muy lejos de España, por circunstancias
familiares. Dastis había requerido al anterior ejecutivo de Rajoy (antes
de ser nombrado ministro y cuando estaba al frente de la representación
permanente en Bruselas) ir a las legaciones de Londres o Roma. Esas
embajadas tradicionales y cercanas a España, junto a París, Rabat o
Lisboa, son las más anheladas y buscadas por los diplomáticos al final
de su carrera. Esa petición de Dastis parece que será concedida.
De los tres secretarios de Estado de Dastis, el de la Unión Europea,
Jorge Toledo, ha planteado que le gustaría comandar ahora la embajada de
Japón, el de Cooperación Internacional y para Iberoamérica y el Caribe,
Fernando García Casas, la de Chile, y el de Exteriores, Ildefonso
Castro, la de Irlanda. Las dos primeras son legaciones de primer orden,
ya estaban en teoría dadas a otras personas y por lo tanto son más
complicadas. A Japón estaba previsto enviar al director general para
América del Norte, Asia y Pacífico, Fidel Sendagorta, y a Chile al
actual embajador en Túnez. Los exsecretarios de Estado serán embajadores
pero no necesariamente de las capitales que han solicitado.
Plácet de Turquía
De los embajadores sobre los que se había gestionado su plácet la
situación más compleja es la de Turquía, donde el diplomático y
exdirigente del PP José María Robles Fraga ya tenía el visto bueno del
Gobierno turco desde justo antes de la moción de censura y donde
cubriría un despacho dejado vacante por jubilación del anterior
embajador desde el 12 de junio. A Robles Fraga, que llevaba 17 años
fuera de la diplomacia y estaba en un puesto ejecutivo del Banco de
Santander, le fue a buscar Dastis para ofrecerle ese encargo. Ahora está
a la espera.
En un panorama similar está el exembajador Ramón Gil Casares, exalto
cargo de los gobiernos de José María Aznar, que hasta ahora era el
responsable de la Escuela Diplomática y al que se quería ubicar en
México.
Los embajadores que no precisan ningún plácet del Gobierno de turno y
que, en teoría, pueden renovarse rápidamente son los que están
representados en instituciones internacionales y que son, al mismo
tiempo, los que mantienen un contacto más fluido y directo con el
ministro y el presidente. En un escenario normal son cargos que suelen
relevarse, como las plazas más políticas. El embajador en Washington, el
exministro Pedro Morenés, ha enviado una carta a Borrell para poner su
cargo a disposición aunque aún no ha sido removido y acaba de ser
respaldado tras protagonizar un incidente con el presidente catalán,
Quim Torra. Una carta similar remitió recientemente el exembajador en la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en
París, el también exministro José Ignacio Wert, y ya ha sido
reemplazado.
Manu Escudero, de la ejecutiva del PSOE a la OCDE por Wert
Los puestos más sencillos de cubrir, porque no necesitan plácet ni
trámites o plazos burocráticos, son los de los representantes en las
instituciones internacionales. Este pasado viernes, el Consejo de
Ministros acordó el recambio del exministro José Ignacio Wert como
embajador de España ante la OCDE (Organización de Cooperación y
Desarrollo Económicos) en París y nombró en su lugar a Manuel Escudero,
economista y secretario de Política Económica y Empleo hasta ahora en la
ejecutiva del PSOE en la etapa de Pedro Sánchez. Situación muy distinta
es la que atraviesa el actual embajador en la Representación Permanente
de España en Bruselas, Pablo García-Berdoy, con el que el ministro
Josep Borrell ha podido compartir ya varias jornadas de intenso trabajo y
que no parece vaya a ser relevado por el momento.
El anterior ministro del PP sí tenía decidido enviar a Miguel Aguirre de Cárcer, exembajador ante la OTAN, como nuevo representante permanente de España ante el Consejo de Europa, con sede en Estrasburgo.
El calendario y el perfil político apremian más en el caso del embajador de España en Naciones Unidas. El actual representante, Jorge Moragas, exjefe de gabinete en La Moncloa con Mariano Rajoy, mantuvo una conversación privada con Borrell durante el reciente viaje del ministro a Washington, y le sugirió que le gustaría quedarse. Lleva solo cuatro meses al frente de esa misión, es diplomático de carrera y debería asumir la vicepresidencia de la asamblea general de la ONU en septiembre en un momento de mucho trabajo. Acaba de trasladar a Nueva York a su mujer y sus hijas.
El anterior ministro del PP sí tenía decidido enviar a Miguel Aguirre de Cárcer, exembajador ante la OTAN, como nuevo representante permanente de España ante el Consejo de Europa, con sede en Estrasburgo.
El calendario y el perfil político apremian más en el caso del embajador de España en Naciones Unidas. El actual representante, Jorge Moragas, exjefe de gabinete en La Moncloa con Mariano Rajoy, mantuvo una conversación privada con Borrell durante el reciente viaje del ministro a Washington, y le sugirió que le gustaría quedarse. Lleva solo cuatro meses al frente de esa misión, es diplomático de carrera y debería asumir la vicepresidencia de la asamblea general de la ONU en septiembre en un momento de mucho trabajo. Acaba de trasladar a Nueva York a su mujer y sus hijas.
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